El ojo, en la bola. Esa fue una frase frecuente en mi niñez. La escuchaba cada vez que jugábamos la pelota de callejón o a un nivel más estructurado.

Mantener el ojo en la bola permitía concentrase en lo principal. Era no entretenerse con cosas secundarias. No cumplir con esa máxima, provocaría el error y, por ende, perder oportunidades o darle cierta ventaja a tu oponente.

Eso es, exactamente, lo que usted debe entender de la entrevista realizada a Don Pepe Mujica. Ese personaje que se abrió la pasada semana en la pantalla de la televisión local, sorprendiendo a muchos y haciendo vibrar a otros que ya lo conocían de otras plataformas.

Don Pepe habló a través de la experiencia. De la enseñanza del caminar, que permite un conocimiento acumulado. Habló de lo que practica y no de algo que se profesa en el vacío. Fue como el bofetón de cariño que nos recuerda lo mucho que tenemos, pero lo poco que lo valoramos.

Que para ser feliz no es necesario tener mucho acumulado, sino tener lo necesario. Al fin y al cabo, lo importante de nuestro paso terrenal es haber tenido tiempo para gastar en lo que nos gustaba.

Ciertamente, nos insertamos en una sociedad de consumo donde uno es por lo que tiene. Si usted acumula mucho y exhibe mucho, piensan que ha escalado. Eso, falsamente, se nos ha vendido como éxito. Así lo vemos en las redes sociales, en las que posamos como modelos, nos mostramos realizando ejercicios, lucimos cara sexy y nos sentimos, como muchos dicen, “bebecitos o bebesotas”.

Trabajamos como esclavos para tener, sin pensar que le robamos tiempo para estar con los que amamos o para disfrutar lo magistral de este mundo que nos alberga. Todos tenemos mucho que reflexionar en esa dirección. Así que una persona que ya internalizó esto, lo vive y lo practica, por supuesto, que resultó ser un buen político.

Los servidores públicos son reflejo de nuestra sociedad. Lamentablemente, en Puerto Rico la corrupción a niveles públicos se ha disparado porque malas conductas se han normalizado. Si resbalamos desde abajo, por supuesto, que se “escocotan” los de arriba.

Nuestra isla es un paraíso para el truco y la gansería. Los ejemplos sobran. Vimos esquemas de tumbe para las ayudas federales post María. Vimos esquemas para tumbes en programas de Medicare. Se fingen dolamas o las que se tienen se amplifican “para ver si me voy antes con el seguro social”. Escondo ingresos aquí y allá para cualificar al Programa de Asistencia Nutricional, al Plan 8, a la tarjeta de salud. Los esquemas del “pescaíto” se han normalizado y ya no tan solo se dirigen a nuestros adultos mayores.

Así que dentro de las estructuras políticas y de los que logran gobernar, no debe sorprender que igualmente se den esquemas para “tumbar”. ¡En fin, un desastre de valores!

Se perdió el norte del servicio que permitió un avance dramático de aquella sociedad agrícola a una industrial en el siglo 20. Puerto Rico fue mirado de cerca por muchos. Llegó a ser respetado y muchas de las ideas de nuestro 100 x 35 fueron replicadas en otros lugares. Ahora estamos en decadencia. Crisis en servicios salud, severa crisis mental, emocional y de drogas; crisis de seguridad pública; crisis energética; crisis en infraestructura. Etcétera, etcétera.

Tenemos millones y hasta billones de dólares disponibles, pero no se ejecuta. El tiempo se nos va en “bla bla bla” o en parchitos.

Aquel hombre desaliñado y con ropa de campo al que entrevisté en una finca del Uruguay, tiene lo que falta en la isla: Liderato natural, norte claro, compromiso, honradez y sensatez. Eso tenemos que buscarlo con urgencia.

Nos distraemos en el juego y se nos olvidó lo sencillo... Mantener el ojo en la bola.