No. ¡No podemos normalizar la mediocridad! Fiona nos cogió con los calzones abajo. El justificar, explicar o simplemente dar excusas, no puede ser aceptado. Puerto Rico existe en una zona de huracanes. Estamos en su carretera. Por ende, debemos haber internalizado que, anualmente, estamos expuestos a estos fenómenos.

María nos dio muy duro. Tristemente, no aprendimos nada. Vamos a los ejemplos concretos. Nos quedamos sin agua, porque nuevamente una inmensa mayoría de plantas de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados no contaba con generadores eléctricos. ¿En serio? Tras esa cantidad de tiempo, ¿no pudimos ser más diligentes para poder adquirir las plantas necesarias?

Más penoso es escuchar a la directora de la Autoridad, “fildeando pa’ atrás”, tratando de dar explicaciones que solo satisfacen al que las da. Las fuentes de información internas acusan al exceso de burocracia como el causante de la lentitud en la adquisición de estos enseres. De esta forma, hemos visto camiones de FEMA transportando generadores y alcaldes haciendo malabares para tratar de energizar esta o aquella planta para ver si llega el servicio.

Lo de energía eléctrica es para llorar. En la zona norte, la zona metro y en la zona noreste no se cayeron cables ni postes. Tampoco se vieron grandes árboles sobre líneas del servicio eléctrico. Aún así, nos regalaron ocho o nueve días de oscuridad. ¡Eso es inaceptable!

¡Es increíble que el sistema no permita independizar unas zonas de otras! Eso podría brindar una recuperación en tiempo razonable. O contar con un sistema de microrredes que pueda ayudar a energizar en esa dirección. Digo, tenemos un colegio de Mayagüez con cerebros que pueden aportar en esa dirección. En su lugar, seguimos empantanados en el mismo lugar. Con un sistema abrazado que se cae todo a la vez. Y lo que es peor, con las mismas excusas de cinco años atrás.

Que el sistema está frágil. ¡No me digaaaaaa! ¿Y qué ha pasado en cinco años para poder sacarlo de esas fragilidad? Pues, obviamente, nada. Luego de María pudimos haber hecho algo un poquito más resiliente, ¿o fue que el tiempo solo se utilizó para privatizar y botar la unión de la AEE? Si esto es así, pienso que la modernización del sistema la verán mis chornos.

Yo solo pido a nuestro gobernador un poquito de carácter. No sea tan buena gente y, por favor, sáquese un buen “¡coño!”, de vez en cuando. Aquí tenemos que tener urgencia, pues el plan maestro para enfrentar huracanes está solo en la mente de los “yes man” que marean al gobernador.

Mire el asunto de la barcaza. Días con la papa caliente. Y el barco haciendo guiñadas, queriendo entrar con 300,000 barriles de diésel. Estamos en una emergencia. ¡Biden lo reconoció! Así que no se trata de una burla intencionada a la dichosa ley de cabotaje. Estamos pidiendo la entrada de un solo barco. No se trata de una flota invasora.

Pero no. Llevamos días con el juego de la gallinita ciega. Me pregunto, ¿dónde está la línea directa con el presidente o al menos su secretaria? Los benditos cabilderos de la estadidad, ¿no tienen algún contactito que nos ayude para eso? Con tanto tiempo en Washington, yo esperaría que conocieran a alguien con cierto poder en la Casa Blanca.

Lo del diésel también denuncia la realidad del pobre sistema de almacenamiento en la Isla. Aquí no tenemos nada para enfrentar cualquier reto metereológico, pandémico, sísmico o invasión extraterrestre a largo plazo. Se sigue con el lío del impuesto al inventario y no nos movemos.

Por eso me molesto. Por eso me duele Puerto Rico. No queremos exigir responsabilidades. Es hora de que el liderato político mueva el “culete” en una dirección que permita encaminar a nuestra isla. No se trata del oportunismo para que Pierluisi luzca mal, a ver si me cuelo en la próxima.

¡Con el dolor de la gente no se juega! Así que, ¡no, no y no! Mi voz no se callará pidiendo cuentas y exigiendo más acción.