Sin lugar a dudas, las redes sociales son una gran herramienta de la modernidad. Incontables son los beneficios, pero como medio de expresión, permiten que cualquiera diga su sentir y hasta dispare de la baqueta. Tal es el caso del proyecto que introduce cambios a la Ley Electoral de Puerto Rico.

En el ánimo de llamar la atención y alertar sobre los cambios catalogados como peligrosos, más de uno ha escrito que se fragua una componenda para robarse las elecciones. El comentario llega a la hipérbole de adjudicar que el evento electoral de 1980, fue una elección truqueada o que el PNP se la robó.

Mientras esperamos por los detalles de cómo quedará finalmente la Ley Electoral vigente y cuáles serán sus cambios finales, podemos darle un vistazo al proceso electoral del año 80. Ese año, Puerto Rico vivió la primera de dos contiendas cerradas que hemos tenido en los ciclos electorales. En la misma, Carlos Romero Barceló resultó reelecto por apenas el .2% de los votos emitidos o lo que es igual, una ventaja de unos 3,037 votos.

Los números solo reflejan un poco del drama que vivió el país, pues en un principio era Rafael Hernández Colón quien llevaba la delantera del conteo de votos, hasta que se registró un fallo eléctrico en la zona metropolitana. Al resolverse el mismo, el entonces gobernador Romero Barceló estaba al frente. Incluso, Romero Barceló llevó al máximo la adrenalina al convocar a una conferencia de prensa a eso de las 2:35 de la madrugada, hora en la que reclamó la victoria. Esto detonó en que Rafael, lanzará el famoso grito de “a las trincheras de la lucha” al pedir el recuento electoral. Un recuento que era mandatorio, debido al estrecho margen de victoria del incumbente Romero Barceló.

El drama no se quedó en la noche del evento electoral. Se trasladó durante meses a un edificio que había habilitado la Comisión Estatal de Elecciones. Ese recuento se llamó, “el recuento de Valencia”, que era el nombre de las facilidades donde se gestionó todo lo relacionado al recuento. Tomó un año en certificarse a los ganadores. Hubo litigios en los tribunales locales y federales. Incluso la Cámara de Representantes tuvo que esperar ese tiempo para conocer el destino de un escaño, distrito 35, que al final fue adjudicado al PPD y que rompió el empate de 25 legisladores penepés y 25 legisladores populares. El cuerpo llegó a tener un presidente gracias al acuerdo Viera-Colberg, que mantuvo al primero en la presidencia mientras se dilucidaba el asunto.

No empece a los casos judiciales. A las pugnas. A los dimes y diretes. A las acusaciones subidas de tono. A lo que se pudo haber dicho desde al tribuna. Lo cierto es que las papeletas aparecieron. Todas se contaron. Los votos en controversia se adjudicaron, aunque hubo intervención de los tribunales. En fin, el resultado se puede decir que fue el más limpiado que usted se pueda imaginar, pues allí todo pasó por el más riguroso escrutinio.

Si Carlos Romero o sus allegados se hubiesen robado las elecciones, ¿usted cree que Rafael se lo dejaría pasar? Luego de ese evento, Hernández Colón retornó al poder. Tuvo el control de Cámara y Senado. También de los tribunales por espacio de 8 años. Nunca se procesó a nadie. El resultado final de esa elección fue un gobierno compartido. El PNP tenía Gobernación, Comisaría Residente y 28 alcaldías, incluyendo la de San Juan. El PPD por su parte, controló el Senado y por un voto, la Cámara. Fue un cuatrienio difícil y complicado. Estuvo lleno de controversias y dejó muchos sin sabores.

Pasarían seis elecciones antes de que Puerto Rico viviera otro gobierno compartido. Al igual que el primero, todos los votos aparecieron y se contaron. En ambas hubo lecciones y se produjeron importantes cambios a la ley electoral.

Es claro que se tienen que mirar de cerca los cambios propuestos a nuestra ley electoral, pero por favor, que nadie diga que aquí se robaron elecciones porque simplemente, no es cierto.