El gobernador Pedro Pierluisi está a las puertas de que presente el presupuesto para el próximo año fiscal. Como es sabido, el año fiscal puertorriqueño comienza el 1ero de julio y se mantiene vigente hasta el 30 de junio del próximo año. Durante estos meses, el señor Pierluisi trabaja con lo que dejó consignado la exgobernadora Wanda Vázquez.

Hace una semana con exactitud, conocimos algunos de los aspectos a considerar en el proyectado presupuesto. Saltó a la vista de muchos la medida que busca asignar unos $5.5 millones para combatir la pobreza infantil en la Isla. La intención del mandatario es enviar entre $100 a $125 por niño. Los detalles aún faltan por profundizar, pero es meritorio hablar un poco sobre el asunto.

Según datos oficiales, la pobreza en la Isla ronda en un 40%. Estamos hablando de casi la mitad de los 3.2 millones de habitantes de este 100 x 35. Alarmante por demás el porcentaje que nos abofetea. Se han aunado esfuerzos para erradicar la pobreza y aún estamos a medio camino.

Claro que es loable que se envíe un cheque de cualquier cantidad para tratar de mitigar cualquier necesidad, incluyendo la pobreza infantil, pero es absurdo pensar que estamos ofreciendo la medicina correcta. Ese dinero se va directamente a consumo. En menos de lo que cante un gallo, se hará sal y agua.

El asunto es más complejo. Para erradicar la pobreza infantil es necesario garantizar efectivos servicios de salud. Unido a la salud, debemos sumar la alimentación. El estar “gordito y colora’o” no es sinónimo de estar saludable y bien alimentado. Los programas de alimentos existentes también están atados a pobres costumbres. Amén de que, en muchos casos, resulta insuficiente.

Hace meses se debatió en el país la necesidad de abrir los comedores, pues existían casos en todos los municipios donde era la única posibilidad en que un menor tuviera acceso a una comida caliente. De solo leerlo, debe provocar indignación.

Luego de estos puntos, el próximo debe ser la educación. Esta herramienta es la única que permite el cúmulo de conocimiento. El conocimiento permitirá que esos niños se conviertan en profesionales, accediendo a buenas profesiones así como a empleos. Esto a su vez, producirá el dinero suficiente que puede moverlo socialmente al próximo escalón.

La educación tiene que ser de calidad. En Puerto Rico, hemos fallado en este punto. Confrontamos serios problemas que van desde planta física, materiales, tecnología o hasta tener un grupo de educadores mal pagos y con pobres programas de mejoramiento profesional.

No tan solo la educación a nivel elemental, intermedio y superior está deficiente. Nuestros sistema universitario esta débil y cada día provoca que muchos jóvenes no puedan acceder a sus servicios.

Robustecer la Universidad de Puerto Rico debe ser de alta prioridad y evitar elevados costos de matrícula y créditos. En los años pasados se habló hasta el cierre de recintos, ¡una barbaridad!.

Así que tenemos tarea. Está cool repartir los “chequecitos”, pero pensemos mejor en un legado permanente.