Popeye... un sicario vencido por el karma
“Su factura delictiva se pagó con creces en la tierra. El cáncer lo consumió aceleradamente y las fotos denotan una enfermedad agresiva y con mucha saña”.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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El pasado 6 de febrero cayó el telón para Jhon Jairo Velásquez, mejor conocido por su apodo delictivo “Popeye”. Un cáncer de esófago con metástasis en otras partes de su cuerpo, lograron lo que las balas o las bombas no pudieron. De esta forma, el otrora peligroso Cartel de Medellín llega casi a su extinción, quedando alguno que otro elemento de menor relevancia.
En dos ocasiones, lo entrevisté. La primera en Medellín y la segunda, cuando regresó a prisión en el 2018. Fue un personaje elocuente. Estoy seguro que sazonaba sus historias con algunos elementos de exageración.
Ambos encuentros movieron a muchos a la curiosidad. Las entrevistas gozaron de excelentes niveles de audiencia. El de la semana pasada, no fue la excepción. Fue un resumen de su última entrevista y aproveché para incluir nuevos ángulos, así como una entrevista a Arnaldo Claudio. El ex- monitor de la Policía participó activamente en el equipo, configurado desde los Estados Unidos, para ayudar a desarticular al cartel que por espacio de una década envenenó las calles con cocaína.
Pero donde está Popeye, está la controversia. Muchos amigos lectores o televidentes opinaban que no se le debía dar foro a este tipo de elemento. Algunos interpretan, erróneamente para mí, que se ensalza su figura. Nada más lejos de la verdad. Popeye no fue un héroe. Fue un asesino a mansalva. Un hombre cegado por una lealtad inexplicable que apretaba un gatillo a la menor orden.
Conocer su historia debe ser relevante, tanto para el ciudadano común como para las autoridades de justicia. Según relató el propio Popeye, no vino de un hogar disfuncional. Aquí no existe la triste historia que pudiera ocultar la justificación para montar un cuento sobre cómo fue que se perdió en las garras de la delincuencia.
No pretendo jugar a estudioso de la conducta humana. Mi único interés fue saciar mi curiosidad periodística y documentar el relato de una convulsa época. La historia tiene su cara bonita pero otras, muy terribles. Este fue el caso de los convulsos años 70 y 80 en Colombia.
Al final, el Cartel perdió. Sus dirigentes murieron de manera violenta. Padecieron cárcel, persecución y al final, desdicha a sus familiares. De nada valió amasar fortunas. Popeye es la desdicha hecha hombre. El amor lo burló. En lugar de disfrutar del cariño de una fémina, sus relaciones se pudiesen reducir a sexo fortuito. Nunca formó familia y su hijo fue un ups, producto de una visita conyugal. Nunca disfrutó de ese hijo. No lo vio crecer. No estuvo con él. Ni en sus momentos de alegría, ni de tristeza.
Pasó los mejores años de su vida tras las rejas; 23 para ser exacto. En cárceles, que en nada se asemejan a las de este lado del mundo. Aquí los reos mantiene ciertos derechos, alzan su voz y son escuchados para tratar de mejorar sus condiciones de vida, aún tras los barrotes. Allá no.
La cárcel de Valledupar, dónde lo entrevisté la última vez, era poco menos que habitable. Muchos de los edificios, ni empañetados estaban. El hacinamiento era evidente y la limpieza no era una máxima. Se observa a simple vista que la corrupción es común, si el billete es bueno.
Algunos aseguran que la vida tiene un karma. Si es así, Popeye es su máxima evidencia. Su vida de tan solo 58 años, es una resumen de calamidades. La buena vida que se pudo dar fue tan efímera que no compensa en nada todo lo que sufrió. Su factura delictiva se pagó con creces en la tierra. El cáncer lo consumió aceleradamente y las fotos denotan una enfermedad agresiva y con mucha saña. Se cierra un capítulo de la historia. Atrás queda un personaje que, aunque muy inteligente, se dejó llevar por una aparente vida fácil, en la que perdió lo más importante: el amor al prójimo y el temor a Dios.
Egresado de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico y con una experiencia de 28 años en el campo del periodismo. Labora como reportero de NotiCentro y es el ancla de la Edición Estelar. Moderador del programa “Normando en la Mañana” de Noti Uno 630 y desde el 2011 columnista del periódico Primera Hora. Desde el 2013 produce y dirige el programa Ahí Está la Verdad por Wapa Televisión. Padre de seis hijos y orgulloso hijo del pueblo de Utuado.
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