El debate está servido. Por un lado, el gobierno pondera atrasar el inicio del segundo semestre escolar y, por el otro, la Asociación de Maestros y su brazo sindical de representación exclusiva propusieron que se retome de manera virtual.

El gobernador ha sido muy enfático al destacar que no se inclina por las clases virtuales. El primer ejecutivo señala que las recomendaciones del CDC no van en esa dirección.

Por su parte, el presidente de la Asociación, Víctor Bonilla, alega que es incierto conocer el número de profesores, personal administrativo y de mantenimiento que tienen al día su refuerzo de la vacuna contra el COVID-19. De igual forma, manifestó que el Departamento de Educación desconocía el número real de estudiantes que ya habrían completado su ciclo de vacunas.

Otra bandera que levantó es que aunque Salud ha anunciado que estamos cerca de la vacuna refuerzo para los niños de 12 a 15 años, lo cierto es que aún no está disponible. Así las cosas, esa población comenzaría sin la protección extra.

Sin embargo, no piense que este debate es único de nuestra isla. Es un hecho que está ocurriendo en cada uno de los países del mundo. Por ejemplo, el periódico El País de España reportaba en sus páginas que el sistema educativo español dio luz verde a clases presenciales, pero al mismo tiempo advertía que podría darse un repunte de casos en las primeras semanas. Un riesgo que, al parecer, el sistema educativo español está en la disposición de asumir. En España, el proceso de vacunación a niños comenzó tan cerca como el 15 de diciembre. No empece a este tardío comienzo de inmunización, el gobierno está apostando a lo que llaman “estrictos protocolos” para retornar las clases presenciales.

En contraste, encontramos ciudades de Estados Unidos que determinaron retomar sus clases de manera virtual, ante el repunte preocupante que experimentan. En ese bote se embarcaron las ciudades de Newark, Cleveland, Milwaukee y la sureña Atlanta.

De hecho, nuestro sistema público de enseñanza superior, la Universidad de Puerto Rico, ya adelantó que se van de manera virtual. Claro, acá son estudiantes adultos a quienes se les puede imponer una carga de responsabilidad mayor a la hora de entrar al terreno virtual.

Algunos datos demuestran que donde ya se dieron los brotes iniciales de la variante Ónmicron de manera explosiva, como en Sudáfrica, así mismo muestran ya un descenso. En Puerto Rico, se vaticina que seguiremos de manera ascendente por lo menos dos semanas más. A ello apuesta el Departamento de Salud y el gobierno a la hora de hablar de atrasar el semestre.

Ya nuestros estudiante experimentaron un año de clases virtuales. Nuestros estudiantes, y sobre todo los profesores, experimentaron una fatiga increíble. El proceso virtual representó un reto para todos.

Como papá fui testigo de cómo las profesoras de mi hija Génesis dieron la milla extra. Una de ellas, Hilda Varner, impartió su clase de Ciencias conectada desde un hospital donde cuidaba a su hermano. Otra, Olga Negrón, se conectó con la chiquita pasada las 3:00 de la tarde y estuvo cerca de una hora explicando un material de la clase de Inglés. Eso, querido amigo lector, se llama compromiso.

Ellas son una muestra de esa clase magisterial del sector público y privado que se entregan a sus estudiantes. Son creativas, entregadas y se ocupan de sus estudiantes. Son mancilladas también por padres inconscientes que ven nuestro sistema educativo más como un cuido, en lugar de lo que es, un centro que permitirá a las próximas generaciones obtener un conocimiento que les permita escalar oportunidades profesionales. Esa es la gran responsabilidad de todos.

Ante esta disyuntiva, es preciso que todos sean convocados a la hora de tomar tan importante determinación. La salud y la educación están en la misma mesa. Son las dos responsabilidades mayores de un país. Veremos en los próximos días cómo se armonizan ambas posturas. Ojalá y sea lo mejor para Puerto Rico.