La semana pasada se hizo viral en las redes sociales la imagen de un niño que lloraba desconsoladamente tras ser víctima de bullying. El jovencito nació con la condición de enanismo, siendo objeto de bromas y burlas por parte de sus pares escolares. Claro, luego surgió la controversia de si en efecto se trataba o no de un niño, dado a que comenzaron a circular imágenes en un rol de adulto y denunciando que ya tenía más de 18 años. Para efectos de esta columna, no importa el desenlace del asunto ya que me quiero concentrar en la pugna original.

Nuestra sociedad moderna sigue encadenada a múltiples prejuicios y es evidente la falta de educación para cultivar en nuestros hijos: comprensión, solidaridad, empatía y respeto. No debemos, desde mi punto de vista, dejar los mencionados elementos en manos meramente del estado. Es hora de que asumamos la responsabilidad en estos menesteres. Es muy fácil hacernos de la vista larga y dejar que el gobierno a través de su departamento de educación, sea el que inculque los valores a nuestra generación más joven. ¡No señor! Le toca a usted y a mí.

Relacionadas

Siéntese con sus hijos y hábleles de religión, sexo, política, economía y mil cosas más, pero igualmente debe crearles conciencia sobre el respeto a los demás. A no devaluar a sus pares. A ser solidario y comprensivo. A respetar la diversidad.

Ser enano, pequeño o bajito, no representa ningún problema. Como ser alto, grande o gigante no lo debe ser tampoco, si lo miramos del lado contrario. Todo está en el intelecto de la persona. Pero lamentablemente no todos reaccionan igual o cuentan con las herramientas emocionales para superar ese reto provocado por el agente burlador. En muchas ocasiones, sufrí en carne propia los chistes o burlas de distintas personas. Para muchos, soy chiquito pues mido 5’6”, una estatura algo común en nuestro Puerto Rico. Me tomó tiempo poder pasármelo por donde no me da el sol y seguir adelante. Pero gracias al padre tiempo y otros recursos, lo logré.

Al final del camino, son muchos los que han tenido éxito a pesar de no gozar con una alta estatura. Tome por ejemplo: Gandhi y Mozart. Dos figuras distintas. Uno fue un gran pacifista y el otro, uno de los mejores compositores del mundo clásico. Ambos medían 5’4”. ¿Bajitos? ¡Qué va! Unos gigantes, gracias a su intelecto. Así encontramos también al maestro Franz Schubert quien media 5’1”. El presidente Madison media 5’4”, que era la misma estatura de Stalin y el dictador español Francisco Franco.

Bolívar, el Libertador de America, media 5’6”, la misma estatura de Napoleón Bonaparte y ya saben la candela que ambos dieron. En la modernidad muchos de los artistas que nos venden fantasía en la televisión o en el cine son de baja estatura y no por ello, se desperdicia su talento. El más obvio es Peter Dinklage, que se convirtió en la estrella de la popular serie Game Of Thrones, pero su contraparte, Kit Harrington, acabó con el ejército nocturno con su impresionante estatura de 5’6”. Asimismo, el héroe que encarnó al no menos conocido “Harry Potter”, mide 5’4”.

En los deportes, podemos mencionar a José Juan Barea. Ese no es chiquito nada pero para la NBA, sus 5’11” lo hacen una excepción en un mundo, donde es común ver a muchos jugadores llegar a los 7’ con la agilidad de jugadores de estatura menor. En las Grandes Ligas contamos con José Altuve. El venezolano mide 5’4”y es desde ya, material del Salón de la Fama.

Así que todo depende del cristal con que se mira y mi amigo, en verdad les digo, que la estatura es lo de menos. A mí me ha ido muy bien.