Los cuatro meses que lleva Wanda Vázquez de gobernación han provocado que se hable bastante de ella. Dentro del caos que se vivió en el verano, su llegada impartió tranquilidad, estabilidad y coordinación gubernamental. 

Segundo: Ha resultado una sorpresa ciudadana, pues no se tenía ninguna expectativa positiva, ya que se pensaba que ese desmadre administrativo no lo arreglaba nadie. 

Es por ello, que no es de extrañar que se empiece a mirar con cierto interés su gobernación. Wanda trajo canas a la silla. Añadió dosis de mesura y apertura. La mandataria no dispara de la baqueta. Escucha y dialoga. Se reúne con la mayoría de los sectores que le piden audiencia, sin condiciones. Hasta con el sector feminista. Ese sector al que líderes del PNP le huyen como el vampiro a la cruz. Acude a actividades que usualmente los moradores de Santa Catalina miran por encima del hombro, como ocurrió con la marcha por La Paz, convocada por líderes comunitarios de los residenciales públicos de la isla. 

Llegó a una silla no deseada. No tuvo Comité de Transición, por lo que se ha enterado poco a poco de lo que ocurría en el gobierno azul. Trabaja con compañeros de gabinete que, al fin y al cabo, no fueron seleccionados por ella. Ha tenido que trabajar con sus luces y sus sombras. 

Con ese reto, resolvió lo de Ciencias Forenses y fue personalmente a Vieques y Culebra, para escuchar de primera mano sobre un viejo problema que nadie ha podido resolver. 

Por lo antes mencionado y muchas cosas más, Wanda llama la atención. 

La oferta electoral que ya asoma la cabeza, suena a más de lo mismo. Razón, por la que no es de extrañar que mucha gente le comenta que se tire. Que aspire al cargo. Que corra una candidatura. No es cuento de camino. Uno se topa con personas en la calle que, al reconocerme, hacen el comentario de manera genuina. 

Pero la estructura política no está entusiasmada. Tiene temor. Wanda podría no ser como ellos, que están manchados con las viejas costumbres politiqueras. Sería romper esquemas. Cuando se le menciona, dicen ser de la opinión de que una primaria haría mucho daño. ¡Qué curioso! ¿Ellos no eran los que alardeaban de haber albergado cuatro primarias para la gobernación? 

¡Ah!, pero dicen que Wanda no tiene estructura política. Pero venga acá, al fin y al cabo, ¿no es pueblo lo que se necesita? La acusan de populista. Gran pecado para ciertos analistas o comentaristas. Se olvidan, sin embargo, que el gobernante se debe al pueblo, sus beneficios, progreso y sobre todo resolver sus problemas. 

Lamentable por demás es el hecho que los que viven atados a los partidos sólo piensan en ganar la próxima elección. De esa forma hacen extrañas alianzas. Fomentan el inversionismo político. Ese mal que siembra dinero y piensa en conectarse para seguir chupando. Entonces pregunto, ¿es inmoral ser populista, pero permitir, auspiciar o fomentar esa práctica del apostador político?

Wanda tiene retos, como cualquiera. Aún está el asunto de la deuda. Los fondos de la Reforma de Salud, la aparente decisión de los cruceros de abandonar nuestros puertos, la privatización o no de nuestro sistema eléctrico. En fin, un verdadero tostón para ella o para cualquiera de los que se están ofertando. 

Sin embargo, las tentaciones siguen. En menos de 30 días sabremos cuán grande fue y sí se transforma en candidatura...