Escuchar en estos tiempos que alguien de manera liviana proponga un toque de queda como medida para resolver problemas de desorden o hasta delincuencia suena descabellado. Una pregunta que salta de inmediato es, ¿por qué los ciudadanos tienen que renunciar a sus derechos?

Lo más valioso que nos otorga nuestra libertad democrática es el derecho a salir y llegar a la hora que nos dé la gana. Participar de actividades festivas, deportivas o sociales los días que sean. El maleante, desordenado y criminal es el que debe tener espacios limitados para sus fechorías.

En Puerto Rico, la ciudadanía, presa del miedo, ha cedido a sus libertades. Sin embargo, esa precaución autoimpuesta no debe permitir que sea caldo de cultivo para propuestas como la del representante Ángel Matos, quien propone un toque de queda en San Juan en los días venideros a la festividad a de Halloween.

Un brote de desorden en la zona de Santurce ha provocado cierta convulsión ciudadana. Es comprensible. Varias muertes y casos de personas heridas han encendido la alarma. Se trata de negocios que insisten en operar hasta altas horas de la madrugada en cualquier día.

Si bien es cierto que los datos estadísticos reflejan una baja en la criminalidad en la ciudad capital, no es menos cierto que existen otros altos focos preocupantes de actividad desordenada.

En esa dirección, el 9 de noviembre entra en vigor un Código de Orden Público que promete poner un horario límite a la hora de servir bebidas alcohólicas. Esto está bien, pues no atenta contra todos.

Si usted desea seguir bebiendo, pues puede seguir la jarana en su casa. Nadie le va a prohibir eso. Otra herramienta que solicita el alcalde de San Juan es el derecho o poder para cerrar negocios problemáticos que violen los reglamentos y hasta permisos vigentes.

Actualmente, se tiene que acudir a los tribunales. Así lo hizo cuando en junio acudió a ese foro para encaminar la clausura contra el negocio conocido como Ocean Club. Cinco meses tardó en dirimirse la controversia en los tribunales. Tiempo demasiado largo y que, a su vez, acarreó consecuencias a la integridad física de personas.

Ahora, el asunto se trabaja con una medida legislativa que busca enmendar la ley de Municipios Autónomos. Mediante esa vía se le podrá dar el poder a los ejecutivos municipales para que puedan ejecutar esos cierres en beneficio del orden y la paz de la comunidad a la que sirven.

Sería bueno que esos legisladores trabajen también para ampliar los recursos a la policía. Así se podría reclutar más agentes y comprar equipo para ampliar una labor preventiva en pro del disfrute y tranquilidad de sectores que ahora se identifican como de alta delincuencia.

Obviamente, los individuos tenemos nuestra cuota de responsabilidad para mantener esa libertad que disfrutamos hoy. La denuncia, el no quedarse callado y colaborar siempre que se pueda, debe ser norte de todos.

Esas son las alternativas. Encerrarnos de manera obligatoria no debe ser considerado jamás. Que este fin de semana salga todo el que quiera festejar Halloween o cualquier otra actividad. Es nuestro derecho. Las calles son nuestras y jamás de los maleantes.