En estos días debemos aplaudir a la gobernadora Wanda Vázquez por las iniciativas tomadas en pro de la ciudadanía.

El toque de queda y el llamado distanciamiento social es más que necesario en esta etapa en la que el coronavirus ha hecho estragos en China, Italia y España. No podemos esperar que el asunto se descontrole para entonces meterle mano.

Lamentablemente, debemos tomar estas medidas extremas, pues la ciudadanía simplemente no coopera. El sentido común no se puede legislar y en muchas instancias vemos cómo no se siguen las reglas básicas para proteger a los nuestros. Todavía vemos hermanos haciendo lo que les da la gana en esta emergencia, dando la razón a la primera ejecutiva de que hizo lo correcto al convocar el atrevido decreto.

Necesitamos que todos reaccionen.

Nuestra población tiene un alto porcentaje de ciudadanos que ya están en la tercera edad. Este segmento es el más vulnerable. Sería letal para este sector que el COVID-19 se esparciera sin control por todo nuestro 100 x 35. Así que apretar aun más las estipulaciones de la Orden Ejecutiva no vendría mal, en caso de que continúen violando las reglas elementales durante esta emergencia.

Ahora bien, según alabo la prontitud con la cual se impuso esta orden, siendo pionera en la jurisdicción de los Estados Unidos, tengo que decir que me alarma sobremanera la forma en que se pueda estar atendiendo el asunto de las pruebas.

Aquí no nos podemos poner con changuerías a la hora de ordenar pruebas. Poco vale ya el preguntar si viajó o no viajó, o si estuvo en contacto con alguien que visitó el exterior recientemente. Debemos partir de la premisa que el virus ya está entre nosotros y que cualquiera pudiera estar infectado. Así que urge el multiplicar el acceso a esas pruebas. Pienso que las autoridades están jugando a la gallina ciega sin tener datos que muestren dónde están los focos de infección.

Usted necesita de esa data, no tan solo para saber quién está infectado o no, sino para poder determinar el ritmo que lleva el virus hasta establecer cuál es el pico y saber cuándo entramos en el descenso de infectados. Hasta que ello no ocurra no podemos medir cuánto tiempo necesitamos de distanciamiento social.

Sí, leyó bien, entiendo que estas dos semanas pudieran no ser suficientes. Reconozco el reto mayor para nuestra economía. Llevamos desde el 2006 en una recesión criolla y podría agravarse, si la nación del norte entra en esta etapa. Es urgente seguir machacando en el asunto de las pruebas.

Otro tema que me da un martillazo en el cerebro es cómo se atenderá la alta población de personas deambulantes en la isla. Estos hermanos tienen un sistema inmunológico débil. No he escuchado nada coherente de lo que se podría hacer con este sector vulnerable, tan vulnerable como el de nuestros viejitos.

Veremos qué nos deparan las próximas semanas.

Puerto Rico ha tenido un cúmulo de experiencias enmarcadas en este cuatrienio que, difícilmente, se pueda superar en el futuro. Entramos con una Junta de Supervisión Fiscal, una quiebra, un huracán categoría 5, la renuncia de un gobernador tras una explosión social, la llegada de una gobernadora por disposición constitucional en lugar de ser electa, un terremoto, un meteorito y un virus novel. Casi nada.