La Cámara de Comercio reveló la pasada semana los datos de un estudio que comisionaron para auscultar las razones de la migración boricua a los Estados Unidos. La isla ha perdido población de manera vertiginosa por más de una década. Cuando se habla del tema, siempre afloran las excusas del huracán María, la pandemia, los terremotos y por supuesto, la quiebra del país.

Aunque no salen de manera directa, el estudio sí refleja dos razones fundamentales que pudieran ser la mezcla de esos ingredientes. Un 41% de los encuestados dijo que se fue buscando mejor calidad de vida y un 39% apuntó a mejores oportunidades laborales.

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Dichas razones son similares a las aspiraciones de cualquiera que emigra. Existe el deseo de conseguir empleos mejor pagos y que ello a su vez, redunde en una vida más cómoda. Los que se toman estos riesgos son mayormente jóvenes profesionales que no encuentran en nuestro país las oportunidades para hacer realidad estos anhelos.

Es así como llegamos a este callejón sin salida. Una baja dramática de nuestra población total, unida a un envejecimiento acelerado de nuestro país. El gobierno reclama que el desempleo ha bajado. Es cierto, pero se trata de trabajos cuya compensación económica dificulta el poder cumplir con la aspiración de una vida cómoda.

Puerto Rico enfrenta un periodo inflacionario heredado de Estados Unidos y agudizado por nuestra condición de isla que todo se encarece por naturaleza. Los jóvenes que se quedan en la isla pasan las de Caín para lograr una vida independiente y alargan su estadía en la casa de sus padres.

Además, nuestras utilidades, servicios de agua y luz, son caros y no de la calidad que deberíamos tener. Aquí todas las semanas se reportan problemas energéticos. LUMA y Genera se turnan el rol protagónico a la hora de producir apagones e intermitencia.

Peor aún, existe la admisión de que tenemos un máximo de capacidad generatriz y si enfrentamos algún periodo caluroso, el sistema no suplirá la demanda. Esto opera en contra de cualquier deseo de retorno de alguien que se fue, así como para aquel que piense marcharse. Sabemos que se trabaja en la modernización del sistema, pero el mismo se hace a paso de tortuga.

La salud fue otro de los temas que arrojó el estudio para motivar a las personas a marcharse del 100 x 35. Más interesante resulta la admisión de que dichos servicios no son más baratos que en la isla. Entonces, ¿por qué es un factor determinante? Puede ser el asunto de accesibilidad. De todos es conocido que encontrar una cita para algo de urgencia con un especialista puede representar semanas o hasta meses.

También está el aspecto de los hospitales. Mientras aquí la falta de personal, entre ellos el de los profesionales de enfermería, es la orden del día, allá parece ser tema subsanado. Lo que nos trae a la realidad económica de nuestros hospitales, muchos de ellos cerrando por los elevados costos de operación en Puerto Rico.

El tema de la educación también es una constante y en este estudio de la Cámara de Comercio no podía faltar. Aquí tenemos que rezar para que nuestras aulas estén al día, al momento de comenzar un año escolar. Mientras allá, las escuelas públicas parecen universidades. Aquí me detengo pues el dinero no puede ser problema. Tenemos un sistema público billonario, pero mal repartido. El mismo cuenta con empleados de confianza a tutiplén, pero los servicios no llegan al estudiantado y, sobre todo, a un sistema que tiene casi un 50% de estudiantes de educación especial. Esto tampoco motiva a nadie a regresar.

La violencia sigue ocupando titulares y se proyectan allá en el norte, desmotivando cualquier interés de alguien que pondere regresar. Aquí el narcotráfico es la orden del día. Somos puente y a su vez, consumidores. Las pugnas entre estas alimañas ya no se atienden entre ellos. Esos “códigos” de honor pasaron a la historia. Ahora, si buscan a alguien, poco pesa si se encuentra en un lugar rodeado de inocentes. Disparan y ya.

Con este diagnóstico fue muy poco lo que pudieron argumentar los candidatos a la gobernación, que fueron invitados por la Cámara a discutir el estudio. Tal vez por el tiempo o quizás por encontrarse en una rápida carrera primarista, no profundizaron sobre el reto planteado.

El 2023 nos dejó con unos 18 mil nacimientos. De esos, no sabemos cuántos llegaron al mundo con alguna discapacidad. No sabemos cuántos se mudarán a los Estados Unidos por las consideraciones que se plantean en el estudio y mucho menos, podemos determinar cuántos llegarán a su vida adulta o quedarán en el camino por algún evento fortuito, violencia o enfermedad. Lo cierto es que enfrentamos un diagnóstico de extinción. Usted podría pensar que exagero, pero es la realidad.

Se necesita un relevo generacional estable. Esos que ocuparán los puestos de trabajo para mantener el país corriendo; que empujarán la modernización; que pagarán impuestos con su trabajo para levantar así el presupuesto gubernamental de servicios cotidianos; que al iniciar su vida laboral pagarán seguro social para que los viejos cobren ahora.

En fin, el simple y complejo círculo de la vida que en estos momentos está dislocado en Puerto Rico. Así que lo que trae a la mesa la Cámara de Comercio de Puerto Rico es todo un reto de cara al futuro. Un tema que luego del 2 de junio deberá ser tomado con toda la seriedad de los que estén en la carrera oficial. El país lo necesita y sin darse cuenta, se ha emitido un gran S.O.S. Veremos si será atendido con la seriedad del momento.