En este país todo es una garata. Un dime y te diré. Desde que la isla sufrió el embate de un terremoto de 6.4 que ha dejado innumerables daños en pueblos de la zona sur y central, hemos visto el inicio de una campaña para cancelar las Fiestas de la Calle San Sebastián, que se efectúan en el Viejo San Juan.  Las razones para el pedido fluctuaban entre la solidaridad y la seguridad. Lo que tenga cabida entre esas dos razones, se añadía a favor del argumento. 

Al final del camino, la alcaldesa decidió efectuar las fiestas para, entre otras razones, evitar un cantazo económico a comerciantes, artesanos y hasta los grupos musicales que participan y que tal vez bloquearon la fecha, negando así oportunidades de negocio dentro o fuera de nuestro 100 x 35.

Nadie debe rasgarse las vestiduras por defender cualquiera de los dos puntos. En mi caso, era de opinión que las fiestas se pudieron haber pospuesto para más adelante y tal vez, modificarse como una especie de carnaval. Claro, con la boca es un mamey y con otra parte del cuerpo, un florete. Reconozco lo complejo de mover un espectáculo de tal magnitud. Así que, entiendo la presión que tuvo que tener la alcaldesa. 

Al fin y al cabo, queda en manos de cada uno de ustedes, decidir si participa o no de este evento. El aspecto de seguridad es un tema sensitivo. No tan solo ahora porque nos dieron una bofetada recordando que vivimos en una zona sísmica, sino que debió haberse contemplado siempre. San Juan es una vieja ciudad concebida hace 500 años, donde nunca se pensó qué pudiera ocurrir en el futuro. Todos conocemos lo angosto de sus calles. Allí, con una mera discusión, por cualquier roce no deseado, es suficiente para armar un motín. ¡Imagínese con un terremoto! 

Pero esa incertidumbre siempre debió de haber estado. Debimos ser visionarios. No lo fuimos. Ahora la vida nos pone en este reto y el plan futuro de seguridad debe contemplar medidas más estrictas, ante la posibilidad de que puede ocurrir en el momento menos esperado. A lo mejor es hoy o mañana o dentro de 100 años más. No importa, el momento es ahora y definir si mantener las Fiestas entre medio de la vieja ciudad es lo más viable. 

Ya veo a más de uno saltando: ¿Mover las fiestas del Viejo San Juan ? ¡Tas loco! Pues, sí. Debe ser, incluso, uno de los puntos sobre la mesa. Ya no tenemos que acudir a viejos libros o periódicos de la época. Lo vivimos. Lo experimentamos. Lo fotografiamos y lo tenemos en vídeo. Vimos lo que hace con estructuras nuevas y viejas. Así que tenemos un nuevo aprendizaje. Ya no tan solo debemos mirar otros lugares. Nuestra casa sufrió el embate de un terremoto de categoría menor. Y sí, gracias a Dios, porque usted no querrá ver nada superior a los 6.5 de magnitud. 

Así que tenemos mucho, pero mucho trabajo que realizar. A nivel de familia, a nivel de comunidad, a nivel social y como ya se ve, hasta en el nivel festivo. Tomemos nota.