Vamos a bajarle dos
“Hace un tiempo, la noticia policiaca ha asumido un preocupante rol protagónico, particularmente en la televisión”.
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 1 año.
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Un fotoperiodista fue agredido el pasado fin de semana. Su equipo destruido, al tiempo que era amenazado de muerte. El compañero cubría un sepelio y los asistentes no simpatizaron con su presencia en el lugar. El colega no estaba allí por gusto. Cubría un evento que le fue asignado.
El suceso, además de ser un acto reprochable por el proceder de los asistentes, no deja de ser uno de agresión que no se puede permitir. Con solo expresar su desagrado y pedirle que se retirara, estoy seguro que hubiese entendido, marchándose del lugar sin mayores percances.
Sin embargo, este suceso permite una reflexión adicional. ¿Cuál es la pertinencia noticiosa de cubrir un sepelio de alguna víctima de crimen o incidente desagraciado?
La pregunta va dirigida a mis colegas, más que a ustedes, quienes gentilmente se toman la molestia de leer la columna.
Hace un tiempo, la noticia policiaca ha asumido un preocupante rol protagónico, particularmente en la televisión. Se cubre todo. Tiroteos, redadas, robos, agresiones y, por supuesto, los asesinatos.
Está correcto que se informen los sucesos. Es justo que el ciudadano esté consciente de cuán complicada está la calle o el entorno que lo rodea. Lo que encuentro exagerado es que se vaya más allá.
Esa cobertura excesiva o morbosa no se da en el vacío. Lamentablemente, genera “rating”. Esa palabra que enamora a algunos.
Ese “rating” o cifras de audiencia es la zapata para agenciarse números altos de sintonía y, a su vez, se utiliza para generar ventas. Así es el negocio.
No se debe olvidar que los reporteros trabajan para informar y reportar sucesos, pero lo hacen para empresas que viven del lucro.
Debe quedar claro que los periodistas no se asignan las historias a su antojo. ¡Ojalá y fuera así! A insistencia del personal que tiene el rol de supervisión, se envía al reportero a la nota diaria. Luego empieza el asunto, que conocemos como el seguimiento de la noticia. Es en este, cual se nos asigna acudir a las residencias de las víctimas o al instituto de Ciencias Forenses, para “ver si los familiares hablan”.
No satisfecho con esto, se les envía también a la funeraria. Nunca he entendido la pertinencia que tiene anunciar que los restos de alguna víctima están en capilla ardiente, pero por más que se explique, se insiste en ello. Finalmente, el drama del cementerio.
Lamentablemente, se ha normalizado la violencia. Ya la ciudadanía está inmune. Se espanta al momento de darse el suceso, se comenta y se olvida.
Cuando llega el viernes, el criminal asesinado o la víctima inocente del lunes, fue olvidada.
La nota policíaca es la de menor esfuerzo. Llega solita a la mesa de asignaciones. Con solo levantar el teléfono y llamar al cuartel general le surge una cantera de tristes sucesos que pasan de inmediato a su pantalla. En ocasiones, pasan 20 o 25 minutos del telediario y lo que hemos recibido es un baño de sangre.
¿Qué utilidad puede tener esto más allá del “rating” y llenar tiempo fácil? Desde mi punto de vista, absolutamente nada. Ese espacio se puede reducir de manera marcada. No hace falta la historia llena de lágrimas, gritos o improperios. Deberíamos enfocarnos en otras noticias.
Temas económicos, de interés humano, culturales, de gobierno y desgobierno, así como, del medio ambiente podrían ocupar un rol protagónico. También hace falta una mayor presencia de la información internacional. Tenemos que aprender que existe mundo. Que no somos el centro del universo.
Claro, a lo mejor no es la noticia sexy que alborota el avispero, pero es hora de avanzar. Lo único constante en la vida es el cambio. Creo que es hora de hacerlo.
Meditemos en ello. Es hora de hacer una introspección. Hacer un acto de contrición.
La Asociación de Periodistas levantó las manos sobre ese punto. Uno sumamente válido. Lanzaron el guante, vemos quién lo recoge. Los hogares puertorriqueños no necesitan tanta imagen violenta. ¡Veremos a ver qué sucederá!
Egresado de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico y con una experiencia de 28 años en el campo del periodismo. Labora como reportero de NotiCentro y es el ancla de la Edición Estelar. Moderador del programa “Normando en la Mañana” de Noti Uno 630 y desde el 2011 columnista del periódico Primera Hora. Desde el 2013 produce y dirige el programa Ahí Está la Verdad por Wapa Televisión. Padre de seis hijos y orgulloso hijo del pueblo de Utuado.
¿Qué les parece?
El veterano periodista analiza los temas calientes del quehacer noticioso del País.