Y el compromiso, ¿dónde está?
“Ya me cansa el discurso ese de ‘¡entré al servicio público para servirle a mi gente!’...”

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 2 años.
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Nos estamos acercando al inicio del nuevo ciclo electoral. Mientras los fuegos artificiales ya asoman por quién estará presidiendo la Comisión Estatal de Elecciones y cuál será el destino final del llamado Código Electoral, le pido que ponga el ojo en la bola.No resto mérito a los temas, pero creo que debemos mirar a otro lugar.
Les hablo de la calidad de los legisladores y, sobre todo, su compromiso. Luego de 33 años de faena ya me cansa el discurso ese de “¡entré al servicio público para servirle a mi gente!”. Mi abuelo decía que las cosas se demuestran con hechos y no con palabras. Podemos estipular que nuestros políticos tienen A+ en eso de la retórica. Son maestros del bla bla bla y fieles alumnos delléxico de “Cantinflas”.Pero venga acá, ¿trabajan? Una gran pregunta, ¿no? Hace algunas semanas acudí al Senado. Como parte de mis labores se me asignó la cobertura de una vista pública. El tema que se atendería sería la posible extensión del tren urbano. Al parecer, una buena cantidad de fondos federales están disponibles para ese renglón y acá han mirado la posibilidad de llevar ese método de transportación a otras zonas, sin la necesidad de invertir fondos estatales. Al llegar al salón, me topé con algo que me chocó. La vista contaba con la presencia de la presidenta de la Comisión y, por supuesto, los invitados que habían sido citados. Tres pertenecían al gobierno, que incluían a los funcionarios del DTOP y sus distintas ramas, y otros dos ciudadanos particulares, que estaban interesados en aportar su granito de arena.Visualmente, era impactante. El salón de audiencias cuenta con una extensa mesa con 11 sillas y sus micrófonos. La Presidenta o Presidente de la Comisión que va a utilizar el salón se sienta en el medio y tiene cinco sillas a la derecha e igual cantidad a la izquierda. Todas estaban vacías. La audiencia comenzó y terminó. Todos testificaron, sometieron sus ponencias por escrito y la presidenta les preguntó y ellos respondieron.Fue un ejercicio de más de dos horas con treinta minutos y nunca llegaron los miembros de esa comisión. Entre miembros permanentes y ex oficios sumaban unos 15. Ninguno llegó.En un breve receso, salí del salón de audiencias que ubica en el anexo del Senado y me fui a otro salón. Era uno más pequeño. Allí estaba María de Lourdes Santiago, que preside una comisión que atiende temas de Educación Especial. De todos es conocido que el asunto es apremiante en un departamento que cuenta con una alta matrícula de estudiantes que se deben beneficiar de esos servicios.
Pues, allí estaba María de Lourdes sola. Su mesa se compone de cinco sillas con micrófonos. La senadora presidiendo y su invitado contestando sin nadie a su lado.Oiga. Les estoy contando que esto ocurrió casi a finales de mayo, cuando se acercaban las semanas cruciales de la sesión legislativa.Conversando con la senadora sobre el asunto, me confirmó que eran muy pocos los que tenían un compromiso de acudir con frecuencia. Otros seleccionan sus temas y acuden a una o dos de las Comisiones que se le asignan y tiran a pérdida otras.Esto contrasta con el pasado, cuando acudían a tres o cuatro vistas en un mismo día. Uno se preguntaba, ¿caramba y cómo lo hacen?, muchas de ellas duran más de 2, 3 o 4 horas, dependiendo del tema y los citados.Pero en ese entonces existía un imán particular. ¡Las dietas! Un incentivo especial que se le otorgaba a los legisladores.
Para acreditarse la dieta, acudían a todas las vistas. Estaban en ocasiones 15 o 20 minutos y arrancaban para otra con el propósito de “ponchar el ¡cashin cashin!”.
El asunto terminó en descaro, pues hubo casos notorios de legisladores que llegaron a facturar hasta $44,000 al año. Lo más gordo del asunto, es que las dietas eran NO tributables. Lo que quería decir que eran íntegras para el político que las facturaba.Todo terminó en el 2015 bajo la incumbencia de Eduardo Bathia y Jaime Perelló Borrás. Las dietas se fueron y la cantidad de vistas públicas comenzaron a bajar.Las vistas se hicieron más escasas y solo aquellos temas de gran expectativa o con imán publicitario recibían varios días de atención. Con la merma de vistas, también llegó la ausencia de legisladores.Los representantes y senadores recurrieron a la frase de “tengo que atender asuntos apremiantes en mi distrito”. Con ello, lanzaban la bomba de humo y se convertían en el fantasma “Gasparín”.Lo que he contado aquí no es percepción de un día cualquiera. Tampoco la conclusión de alguna conversación entre varias personas. Acudí a las Secretarías de ambos cuerpos, pues quería corroborar con datos, lo que ya se acusa. De eso, les cuento la semana que viene.Así que cómo decía Rosa Emilia. ¡Mantenga la sintonía! Hasta la próxima.
Egresado de la Escuela de Comunicación Pública de la Universidad de Puerto Rico y con una experiencia de 28 años en el campo del periodismo. Labora como reportero de NotiCentro y es el ancla de la Edición Estelar. Moderador del programa “Normando en la Mañana” de Noti Uno 630 y desde el 2011 columnista del periódico Primera Hora. Desde el 2013 produce y dirige el programa Ahí Está la Verdad por Wapa Televisión. Padre de seis hijos y orgulloso hijo del pueblo de Utuado.
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El veterano periodista analiza los temas calientes del quehacer noticioso del País.