Cuando usted abra estas páginas, estaremos a unos seis días para las elecciones generales. Los boricuas acudiremos a las urnas para seleccionar a la persona que dirigirá los destinos de la Isla por los próximos cuatro años. El ganador de este proceso tendrá en sus manos un tremendo tostón. No importa quién sea la persona al final del camino, sus decisiones se verán atadas. No importa su preparación o sus buenas intenciones. El ganador enfrentará un panorama mucho más complicado que el enfrentado por Alejandro García Padilla y el propio “Ricky” Rosselló. Veamos, por qué.

El primer reto que tendrá el gobernador será que, en este cuatrienio, se decidirá qué pasará con la deuda. Esto significa que mucho o poco, volveremos a pagar a los bonistas, algo que no ocurrió en estos cuatro años. De esta forma, el presupuesto del país tendrá que contar con una cantidad fija para ese deber. Hasta ahora, se ha separado una parte, pero ha sido un estimado y no la cantidad real.

Al pago de la deuda, súmale que el gobernador electo tendrá el lío de las pensiones. ¿Cómo se pagarán las mismas?, es la gran interrogante. Hasta ahora, sale del presupuesto general. Un lujo que nos hemos dado, pues no se paga la deuda. Pero, una vez acordado todo con los bonistas, ¿qué haremos con nuestros pensionados? ¿Les recortamos? ¿No le pagaremos la totalidad de su contrato social? Gran dilema.

El tercer reto será cómo mantenemos unos recaudos aceptables. El Tesoro de los Estados Unidos ha puesto la mira en el impuesto a la foráneas. Hasta ahora ese 4% que pagan aquí, se les reconoce a través de un crédito en la nación americana. Ello representa nada más y nada menos que unos $2 mil millones. Una pérdida parcial o total sería mortal para nuestro presupuesto. Este es uno de los signos de interrogación más grandes de cara al futuro.

El cuarto reto, que está atado a los recaudos, es la dichosa pandemia del coronavirus. La misma ha trastocado no tan solo nuestro estilo de vida social, sino también toda la actividad comercial. Muchos comercios han cerrado, al no poder lidiar con las restricciones de horario y cabida en tiendas o facilidades. La situación ha llevado a cierres y despidos. El crecimiento económico luce estancado y por ende, no fluirá el dinero como en el pasado. Con una segunda oleada por el mundo, no se espera mejoría inmediata hasta que no aparezca la vacuna.

Quinto reto: la Autoridad de Energía Eléctrica. Con bombos y platillos se anunció la asignación de más de $10,000 millones para modernizar esta importante utilidad. Atada a esta asignación, está la condición de que Luma Energy será el ente que administre esta corporación. Nuestra mala fama nos condenó a ponernos un tutor. Lo que quiere decir que, oponernos al mencionado administrador, servirá de muy poco, pues nos tienen agarrados con el asunto del dinero. Sin duda, será un verdadero dolor de cabeza, pues cinco de los seis candidatos dicen oponerse a la privatización. Sin embargo, una cosa es con guitarra y otra con violín.

Sexto reto: la Reforma de Salud. Desde su creación, la tarjeta ha sido un bolsillo roto que ha dejado un déficit, cual se ha arrastrado de administración en administración. En los últimos años, asignaciones federales han conseguido que se cubra su costo. Sin embargo, no existe garantía de que las ayudas continuarán indefinidamente. La pregunta es: ¿qué haremos si no se sigue asignando la totalidad de la necesidad de tan importante servicio?

Séptimo reto: la Junta de Control Fiscal. En los pasados años la Junta ha sido una piedra en el zapato. Sus acciones no fueron más perjudiciales porque los boricuas al frente del ente fueron, por así decirlo, empáticos ante la tragedia de huracanes, terremotos y pandemia. ¿Cómo actuarán los nuevos funcionarios? Es una gran pregunta, dado a que controlan la llave de muchos de los asuntos antes expuestos.

Como se habrá dado cuenta, con esta simple lista uno podría pensar que el gran ganador del próximo proceso electoral será el o los que pierdan. Definitivamente gobernar la Isla, no será fácil.