¿Cómo es posible que tengamos que vivir todo el tiempo con miedo a que se nos vaya la luz? ¿Por qué cada vez qué hay un apagón la esperanza se nos apaga? ¿Es justo vivir pensando en qué hemos hecho mal para merecernos estos abusos? Antes de comenzar la columna de hoy, quise compartir estas preguntas que viven en mi cabeza a diario.

Una vez compartida mi preocupación, reflexiono sobre la tiraera entre Coscuella y Residente como punto de partida. Combate lírico que nos tuvo cautivos durante algunos días. Los debates sobre una y la otra son variados.

Hay quienes proclaman a Coscu como el ganador de esta tiraera y muchos otros que pensamos que el gran ganador fue Residente. Y mientras en el país los ojos estaban puestos en ellos, un grupo de músicos y un equipo de producción se preparaban para el “Cultur Sinfónico”, una iniciativa del Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Esta isla 100x35 tiene la versatilidad de unos días analizar la tiraera de los antes mencionados y al otro día personas de todas las edades congregarse para disfrutar de nuestra cultura boricua.

Este pasado sábado fui testigo una vez más de cómo la plaza de Arecibo estaba llena de personas de todas las edades interesadas en disfrutar de algunas pinceladas de nuestra cultura puertorriqueña. Y es que el corazón de una nación es su cultura. El día comenzó con música a son de plena a cargo de unos jóvenes de Ciales, quienes han demostrado que la este ritmo no solo se circunscribe a la época navideña, sino que es de todo el año; Los Pleneros de la Cresta. Luego una mujer afrocaribeña, Tanisha López, conquistó la plaza con la fuerza de su voz.

El plato principal arribó a escena como a las 7:00 pm, momento en que la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, mundialmente reconocida, hipnotizó a todos los allí presentes. Fue conmovedor ver en primera fila jóvenes estudiantes de música, confirmando que en un futuro serán ellos quienes le den continuidad a la gesta de la orquesta.

Con la melodía de “Preciosa”, de Don Rafael Hernández, culminaron su intervención para que nuevamente la música afrocaribeña conquistara el escenario con El Laberinto de Coco, uno de esos grupos musicales que demuestran el talento que produce nuestra tierra. La noche finalizó con Plena Libre, grupo que durante años ha puesto el nombre de nuestro país en alto. Y mientras nuestra gente disfrutaba de una oferta musical exquisita, también podía gozar del trabajo de nuestros artesanos y se fomentaba el apoyo a consumir lo de aquí.

Qué bueno que podemos gozar de encuentros culturales como estos, qué versátiles somos como país y cuánto somos capaces de lograr. A pesar de todo lo que vivimos, todavía hay un rayo de luz al final del túnel que nos alimenta el espíritu. La oferta cultural que ha renacido con la pandemia, confirma que hay de todo para todos. Que contamos con la capacidad de satisfacer todos los gustos y la emoción que produce disfrutar de los nuestros.

Aquella plaza estaba encendida, mucho más encendida de lo que ha estado Puerto Rico, energéticamente hablando, gracias a los apagones nuestros de cada día. Pero, mejor quedémonos con todo lo bueno que producimos en nuestra isla y continuemos alimentando el espíritu cultural de nuestra gente.