La violencia genera más violencia. Llevamos una racha en donde la violencia es la orden del día en nuestro país. Entre los casos más recientes se encuentran: el senador Gregorio Matías y su comportamiento violento hacia la periodista Denisse Pérez en pleno programa de televisión; el ataque por parte del oficial de la fuerza de choque al periodista Juan Costa en la manifestación en contra de Luma; el guardia de seguridad del Distrito T-Mobile asesinado por un cliente en pleno ambiente familiar; y si sigo no termino. ¿Qué nos pasa Puerto Rico?

La violencia no debe ser la respuesta a nuestros problemas como país, debemos erradicarla. Cada vez es más retante vivir en el país que vivimos. ¿Y qué estamos haciendo para acabar con esa violencia que nos afecta a diario? Me parece que al momento no mucho. No quiero quedarme presentando el problema solamente, pues soy fiel creyente que cuando señalamos situaciones que nos afectan, es menester ofrecer soluciones. Es hora de que creemos campañas en donde, a través de la educación, brindemos herramientas para acabar con la violencia.

Esa educación comienza en el hogar con los primeros maestros que tienen nuestros niños: sus padres. Fomentemos desde temprana edad la educación con base en valores, especialmente el respeto. El respeto y la tolerancia son dos palabras que nuestra sociedad debería tatuarse en la mente y el corazón. La falta de ambas se refleja en las portadas de nuestros diarios.

El segundo lugar en donde esa educación es posible es en las escuelas públicas y privadas, pero es responsabilidad del estado ofrecer herramientas a nuestros educadores para que puedan erradicar los problemas que se le presentan en la sala de clase.

En tercera instancia, con los líderes comunitarios, quienes hacen de tripas corazones para propiciar un ambiente sano en las comunidades, pero a veces por la falta de recursos su gesta se ve afectada.

Y por último a través de las redes sociales para que, en lugar de atacar la violencia desde la violencia misma, como es el caso de algunas plataformas, se desarrollen estrategias para ofrecer propuestas que combatan la misma.

Vivimos tiempos difíciles en donde nuevos retos se nos presentan y en ocasiones contamos con poca información, a pesar de vivir rodeada de ella. El acceso a la tecnología o posiblemente el tiempo de encierro por causa de la pandemia nos enajenó hasta cierto punto de la realidad. Cada vez son más los padres que crían a sus hijos en una burbuja, abonando a la famosa “generación de cristal”.

Si bien es cierto que el mundo ha cambiado y ahora estamos más conscientes de muchas luchas que durante décadas fueron invisibilizadas socialmente hablando, debemos comenzar a atacar el problema desde la raíz. El país que le estamos heredando a nuestros niños y jóvenes, es un país que pide a gritos que lo salven.

No normalicemos los malos tratos, el discrimen, la homofobia, la transfobia, la violencia de género. Al contrario, potenciemos el amor, el respeto, la equidad, entre otras virtudes. Cada vez que muere o es agredida una persona en nuestro país, la esperanza se marchita. Vivimos retos enormes, posiblemente nunca antes vistos, pero es hora de trabajar juntos en pro del país que soñamos.