Amo escribir, no es ningún secreto. En cuanto recibí la invitación para compartir mis palabras e ideas semanalmente, no me pude negar. Alexandra Fuentes en su última columna me confió un espacio que había ocupado durante nueve años, el cual asumo con responsabilidad, compromiso y amor.

¡Gracias, Alexandra, por compartir tus palabras semanalmente en esta plataforma, ten la certeza que haré honor a tu gesta!

Comienzo agradeciendo a Primera Hora por el espacio y la oportunidad brindada, es un reto, el cual asumo con ilusión y pasión.

¿Cómo nació El Puño de Norwill? Tras una conversación en el año 2018 con mi amada amiga y colega Yizette Cifredo, en la que le compartía mi interés por la escritura. Ella, sin pensarlo dos veces, me dijo: “abre un blog y escribe”. Me quedé pensando y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba abriendo el blog.

Una vez más Yizette me sorprende con su optimismo compulsivo y me regala el nombre “El Puño de Norwill”. ¿Por qué utilizar la palabra puño y no otra? Porque proviene de la expresión: “puño y letra”. A lo que añado, un puño de letras para volarnos la cabeza. Si nos hiciéramos conscientes del poder que tienen las palabras, las utilizaríamos a nuestro favor. Así que el título de esta columna de opinión, no viene cargado de violencia, al contrario, viene lleno de intenciones para transformarnos.

Que no cunda el pánico, mis palabras no son una agenda política, para eso ya hay quienes se dedican a ello. Este espacio nos permitirá conocernos más. Estaré compartiendo lo que me inspira, anécdotas con las que me encuentre en el camino y uno que otro comentario gracioso. Decía Mario Vargas Llosa: “Escribo porque no soy feliz, escribo porque es una manera de luchar contra la infelicidad”.

Yo escribo dándole rienda suelta a las palabras. Escribo porque sí, porque me gusta. Porque para escribir solo se necesitan ganas, ideas, palabras que luego se convierten en oraciones y poco a poco se agrupan en párrafos. Escribo porque es mi manera de regalarle al viento las palabras que vuelan en mi cabeza. Al igual que el teatro, sana y es un lugar de encuentro.

Leyendo a Vargas Llosa descubro que él escribía porque convertía su infelicidad en ideas. Yo no escribo desde la infelicidad, escribo desde todas las palabras que me habitan. Desde quien quiere decir muchas cosas y le faltará vida para decirlo todo. Este puño lo escribo con unas ganas profundas de comunicar el por qué de mis palabras. Sentarme unos minutos a soltar todo lo que me acompaña, relajarme, calmarme, salir de la rutina y compartirlo con mi gente.

Al escribir estas letras no puedo evitar sonreír. La sonrisa es cómplice que sirve como testigo de todo lo que siento. Hoy escribo porque sí, porque quería contarles el placer que me provoca vivir entre letras. Soy todos los textos que he leído, las obras que he interpretado y las palabras que escribo.