Una de mis palabras favoritas, definitivamente, es GRACIAS. Y con motivo del Día de Acción de Gracias es que escribo esta reflexión. Si hay algo que tenemos en común todas las culturas es el gesto de dar gracias.

El origen de la palabra viene del latín “gratia”. A pesar de que la acción de agradecer la hacemos a diario sin darnos cuenta, en este gesto reconocemos a los demás.

La gratitud es una cualidad o virtud que nos permite conectar con los demás, pero es importante reconocer cuánto crecemos cuando agradecemos. En el momento de agradecer trabajamos de igual forma una proyección hacia nuestro interior. Al hacerlo, algo aflora en nuestro ser e inevitablemente una sonrisa se dibuja en la comisura de nuestros labios. Dar las gracias supone un acto de buena educación, respeto y cortesía.

El simple hecho de tener vida es un gran motivo de agradecer. Muchas veces, por el ajoro en el que vivimos, se nos olvida sacar unos segundos para agradecer el don de la vida. Esta debería ser una costumbre que aquellos que aun no la conocen podrían adoptar. Estas palabras no pretenden ser una clase de moral, ni mucho menos un sermón, sino una onda reflexión e invitación de que todos los días debe ser un día para dar gracias.

A pesar de todo lo que hemos vivido este año, hay motivos para celebrar. Nuestro espíritu sobreviviente nos hace merecedores del premio a la supervivencia colectiva. No tengo que entrar en detalles para que identifiquen de lo que hablo, nuestra memoria, aunque selectiva, no es tan corta. El jueves reunámonos en familia y agradezcamos por los dones recibidos. Agradezcamos que, a pesar de hacer de tripas corazones, tenemos motivos para agradecer.

“Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es solo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda”, decía Frida Kahlo.

Tomando esto como punto de partida deberíamos vivir nuestros días y a esto añadirle la gratitud como estandarte. ¿Cuántas veces hemos tenido la felicidad frente a nuestros ojos y la dejamos pasar? O, simplemente, estamos tan pendientes al ruido con el que acostumbramos a vivir, que no somos capaces de soltar lo que nos hace daño y abrazar lo que nos conviene o más bien lo que nos merecemos.

Desde hace algunos meses me he regalado la oportunidad de vivir más alerta que de costumbre, reconociendo todo lo que vale la pena y todo lo que sobra. A veces somos tan ciegos, que es increíble como todo el mundo lo ve, menos uno. La vida es maravillosa, insisto. Y no quiero que parezca que vivo sumergida en una utopía, pero es que he decido ser feliz. Doy gracias a la vida por todo lo que me regala y por todo lo que saca de mi camino. Reconozco que cada experiencia vivida nos prepara para construir un nuevo caminar.

Estas palabras son una invitación a que disfruten cada segundo de sus vidas y amen con intensidad a sus seres queridos. La vida es efímera. Todos los días es una nueva oportunidad para agradecer, amar, abrazar y demostrarle a quienes amas todo lo que sientes por ellos.

Este jueves más allá de dar gracias por simplemente darlas, demos gracias por el don de la vida, por los seres que amamos, por el país que tenemos, por nuestros aciertos y desaciertos y por todas las experiencias vividas. La vida es hermosa, sencillamente aprendamos a vivirla.