Cada vez que llueve en nuestro país se enciende en nosotros un botón de pánico. La ansiedad colectiva florece y todos nuestros sufrimientos reaparecen. Esto es sinónimo de cuanto dolor cargamos desde el 2017, cuando la vida nos cambió para siempre. Este fin de semana el miedo nos volvió a visitar y revivimos lo que aún no hemos podido superar tras el paso de María ni mucho menos del paso de Fiona. No sé si les pasa que, cada vez que anuncian una vaguada o días de mucha lluvia, las imágenes desgarradoras de las cuales todos hemos sido testigos aparecen en nuestra memoria como una película de terror.

Una vez más nuestra salud mental sufre y padece, por lo que me parece que es momento de que se desarrollen nuevas estrategias para fortalecer el espíritu de nuestra gente, porque ya caducó el refrán popular de que “al mal tiempo, buena cara”, y es que ya no nos queda buena cara para regalar o más bien que no tenemos ánimos de seguir “haciendo de tripas corazones”.

No soy profesional de la salud, pero sí una persona que investiga y lee mucho, y en mi afán de presentar soluciones ante el problema que les expongo, les comparto con mucho respeto algunas herramientas para que juntos podamos fortalecer nuestra salud mental. Es importante que manejemos nuestras emociones y sentimientos, porque de esta manera podemos crear mayor sintonía con todos aquellos que nos rodean. También debemos hacernos conscientes de aprender a aceptar lo que sentimos y canalizar los sentimientos. Autoconocernos es fundamental, y así le damos sentido a nuestra vida y a la de los demás.

Otra de las palabras que debemos añadir a nuestro vocabulario es empatía, la cual nos permite imaginar y sentir el mundo de las otras personas para así comprender sus reacciones, emociones y opiniones. De igual forma, al tener empatía fortalecemos la tolerancia, ya que cada vez estamos más faltos de ella, a causa de la fatiga espiritual colectiva.

Desarrollemos comunicación asertiva, esta nos ayuda a apalabrar lo que sentimos y comunicarlo de manera clara y eficaz, de manera que el otro pueda comprender nuestros pensamientos y sentimientos. Si partimos de la premisa que todos los seres humanos gozamos del derecho de la libertad de expresión, hacerla de manera efectiva facilita la misma. A pesar de todo lo que vivimos a diario y que cada cabeza es un mundo, es de suma importancia desarrollar y fomentar relaciones sanas. Nos corresponde como individuos aprender a establecer y mantener relaciones significativas y duraderas y así ponerle fin a todas aquellas que bloqueen nuestro crecimiento. Si no suma, que tampoco reste. Esto partiendo de la premisa de que el ser humano necesita del otro para poder existir.

Los pensamientos positivos y creativos fortalecen el alma y el espíritu, ya que nos permiten ver las cosas de manera innovadora y diferente permitiendo sorprendernos a nosotros mismos. Y de eso debemos aprender de nuestros niños que viven la vida desde la ilusión, la sorpresa y la curiosidad. ¿En qué momento los adultos perdemos esa capacidad de ver la vida de esta manera?

La salud mental es el balance entre el bienestar emocional, psicológico y social. Esta afecta la forma en que pensamos, sentimos, actuamos, tomamos decisiones y nos relacionamos con los demás. Como país, tenemos que soltar y sanar nuestros dolores colectivos y pedirle a la naturaleza que nos dé un breakecito de reponernos de toda la macacoa que estamos viviendo de un tiempo para acá.