Hazme la maleta...
“Ahora me toca rehacer la maleta, esta vez con la ilusión de regresar a casa y continuar con la faena diaria”.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 3 años.
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No sé si a ustedes les pasa, pero a la hora de hacer maletas me vuelvo un ocho. Por más que me planifique, y más claro tenga lo que me quiero llevar, soy un desastre. A pesar de que cuento con un alto sentido de organización, parece ser que esto no aplica con lo que a maletas se refiere. ¡Wow! Lo admito, soy fatal.
Recientemente, tuve que empacar para un viaje de siete días en un “carry on” y ya sé que los expertos en organizar maletas me dirán: “nena, eso es un mamey”. Pues, familia, para mí no lo es.
Les cuento que, en esta ocasión, cambié mi estrategia e hice la maleta con más tiempo de anticipación, porque -por lo general- la hago el día antes y si el vuelo sale en la noche, la hago el mismo día. ¿Saben qué? No funcionó. Y les juro que apliqué todos los truquitos que he ido estudiando de los expertos en maletas y, aún así, casi tengo que sentármele encima para cerrarla.
A pesar de que me río de mí misma por no saber hacer una maleta, no puedo evitar pensar en aquellos que en una maleta empacan su gente, su familia, su historia, su Isla, aquellos que salen de su país sin fecha de regreso. Nada más de imaginarlo se me hace un nudo en la garganta, porque supone un acto de valentía dar el paso de dejar tu patria y hacer patria en otros lares.
Escribo estas líneas desde una ciudad que ha sido testigo de los sueños de muchos, conocida como la ciudad del sueño americano, en donde tantos boricuas han mudado su patria al barrio. Escribo desde Nueva York y mientras escribo tarareo la popular canción “Un verano en Nueva York”, de El Gran Combo de Puerto Rico.
El pretexto del viaje fue asistir a la ceremonia de los Premios Talía, en donde recibí el galardón a la Actriz Visitante por mi monólogo “Las cosas extraordinarias”, y coincidí con otro boricua galardonado como Actor Visitante; Jorge Alexander, un joven con un futuro prometedor.
De hecho, esta reflexión la hago basada en el encuentro que tuve con un grupo de puertorriqueños que, tras el huracán María, hicieron de esta ciudad su casa. Coincidí con ellos en el juego de los Mets porque, como buenos boricuas bestiales, fuimos a ver a los nuestros: a Lindor y a García.
Esta reflexión nace tras las múltiples conversaciones que he tenido durante estos días con mis amigos que viven en la diáspora. Quienes viven a mucho orgullo su identidad puertorriqueña, posiblemente, más que muchos de los que viven en la Isla. A pesar de ese orgullo, la nostalgia se hace evidente cuando hablan de la patria, pues supone mucho sacrificio abandonar tu casa en busca del progreso.
Ahora me toca rehacer la maleta, esta vez con la ilusión de regresar a casa y continuar con la faena diaria. Pero, sobre todas las cosas, dándole gracias a Dios por las bendiciones recibidas.
Actriz, teatrera y profesora. Egresada de la Universidad de Puerto Rico. Con una maestría en Literatura Puertorriqueña y del Caribe, y casi por completar un doctorado en la misma disciplina. Comediante del programa “Raymond y sus Amigos” de Telemundo. Amante de los libros. Comprometida con la educación y la cultura puertorriqueña. Defensora de los derechos humanos. Mujer boricua valiente y luchadora.
El puño de Norwill
Un puño de letras para volarnos la cabeza.