Con motivo de la celebración del Día Mundial del Teatro, que tuvo lugar ayer lunes, 27 de marzo, escribo este puño.

El Día Mundial del Teatro fue instituido en 1961 por el Instituto Internacional del Teatro (ITI) y se celebra anualmente cada 27 de marzo por toda la comunidad teatral internacional. El teatro existe desde el principio de la humanidad misma y son los griegos los primeros responsables en darle forma.

Ayer, mientras discutía con mis estudiantes de la Universidad del Sagrado Corazón el mensaje con motivo del Día Mundial del Teatro, este año a cargo de la actriz egipcia Samiha Ayoub, llegamos a la conclusión de que el teatro es un espejo de la humanidad. Decía ella que “el teatro, en su esencia original, es un acto puramente humano basado en la verdadera esencia de la humanidad, que es la vida” y no se equivoca, ya que sirve el teatro como ese reflejo de la realidad.

Entonces de ahí nace la respuesta al título de esta columna, que el teatro sirve para presentarnos nuestra realidad y ver posibilidades para transformarla. Por eso hago teatro, para poder vivir en un mundo paralelo que me permite ser y no ser, como decía Shakespeare en “Hamlet”.

El teatro es ese lugar en donde los actores nos lanzamos al vacío con el fin de transmitir al público un mensaje. Nuestra responsabilidad es llevar al escenario la vida misma y vibrar en él. Muchas veces somos incomprendidos, pero eso no nos detiene, pues la pasión que sólo regala el teatro es el motivo principal para subir al escenario.

Es verdad que muchas veces nuestras salas teatrales están vacías, pero eso no nos detiene, al contrario, nos impulsa a seguir creando y construyendo nuevas maneras de ser. Ahora bien, necesitamos del público para que nuestra misión sea completada. En la medida en que comprendamos la importancia del teatro en nuestra sociedad, mucho más lo podremos valorar.

Como actriz no hay nada que disfrute más que estar en el escenario. Es el teatro ese lugar en donde puedo lanzarme de paracaídas y caer a salvo. Es ese lugar mágico que puede ser transformado una y otra vez, y que me permite transformarme.

El teatro es un lugar concreto, pero de igual forma -a su vez- es un género literario que deja de ser literatura y se convierte en acción. Es entretenimiento, educación y, sobre todo, el retrato de quienes somos.

Dirigir es otra de mis pasiones, no mucha gente lo sabe, pero sí, amo dirigir. A pesar de que mi pasión es la actuación, no les niego que disfruto muchísimo el proceso desde afuera. Soy una mujer que ama los retos y es por esto que acepté la invitación que me hizo Alfonsina Molinari de dirigirla junto a su madre, la primerísima actriz Johanna Rosaly, en la pieza “Buenas noches, mamá”, obra de teatro que sube a escena este fin de semana en el Teatro Braulio Castillo como parte del 2ndo Festival de Teatro de la Mujer. Aquí serán testigos de un mano a mano teatral a cargo de dos grandes actrices.

El teatro es TODO. El teatro sana, salva, construye, edifica y transforma. La magia que se siente en el teatro, no se siente en ningún otro lugar. El teatro es ese espacio que sirve de encuentro y que nos permite descubrir la magia que este es capaz de producir. ¡Que viva el teatro hoy y siempre!