Una vez más, escribo este puño con el corazón en la mano, esta vez pensando en las familias que han perdido a sus hijas. Escribo estas palabras con un nudo en la garganta, con impotencia, rabia, tristeza y mucha preocupación. Inevitablemente, mientras escribo pienso en la imagen de las madres sentadas en la puerta de sus casas, esperando que sus hijas regresen.

Me preocupa saber que al día de hoy existan hombres que decidan apagar la vida de nuestras hermanas en nombre de su fuerza masculina y en honor al patriarcado. De igual manera, me angustia que haya quienes piensen que los feminicidios no existen y no crean que a las mujeres nos matan, simplemente, por ser mujeres. Debemos educar en pro de erradicar ese pensamiento machista y construir una sociedad en donde la equidad y la perspectiva de género reinen.

Entonces pienso en cómo es posible que la solución a un problema sea arrebatarle la vida al otro. Las mujeres no somos propiedad de nadie, sino de nosotras mismas. “Quien manda en mí, soy yo”, diría Julia de Burgos. Así que pienso que una posible solución a este mal que nos corrompe a diario es la educación. Debemos educar con el objetivo de respetar los derechos humanos y a las personas. Esta educación comienza en casa, donde las familias tienen la responsabilidad de criar a sus hijos respetando al otro y valorando la vida.

Tan reciente como el pasado 23 de noviembre salió un artículo en donde se visibiliza que desde el 1ero de enero hasta ese momento, el Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico ha registrado 70 feminicidios. El Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico (CPIPR) destacó que en nuestra Isla, el 67% de los feminicidios íntimos fueron causados por hombres que fueron rechazados o dejados por mujeres; “es urgente transformar el modelo machista de la masculinidad que asume a las mujeres como posesión y no acepta el rechazo”.

Paz para la mujer, una de las organizaciones que ofrece servicios para las víctimas y sobrevivientes de violencia de género, ha hecho un “reclamo de vivienda digna y accesible para todxs”, ya que la falta de vivienda a precios accesibles y las largas listas de espera, obligan a muchas mujeres a escoger entre el abuso en el hogar o la vida en las calles, por lo que muchas optan por regresar a relaciones violentas.

No queremos sentir miedo cuando salgamos a la calle. No queremos tener que andar con pepper spray para sentirnos seguras. No queremos tener que desconfiar de todos los hombres que se nos acerquen. No queremos que maten a nuestras hermanas, porque cuando matan a una, nos matan a todas. No queremos ver como una familia sufre por la cobardía de otro, porque que ni piense el macho macharrán que es alguien muy valiente al matar a una mujer, al contrario, es un cobarde que juega a ser dios y creerse todo poderoso apagándole la vida a un ser humano. No queremos que muera ni una más.

Merecemos vivir en un país en donde salir a la calle no sea un acto suicida. Vivir en un país en donde las mujeres seamos valoradas y respetadas como nos lo merecemos. Un país sin violencia de género.

Mi abrazo solidario y sincero para las familias de todas aquellas hermanas que han perdido la vida a manos de hombres que nunca las amaron. Nos tenemos, no lo olvidemos nunca.

Si estás pasando por algún proceso doloroso, por algún tipo de violencia por parte de tu compañero, pide ayuda, no estás sola. No tengas miedo, porque te queremos viva. Fuerza para todas. En resistencia y lucha, SIEMPRE.