“¿Qué usted opina de la pena capital?”

“Cuando era joven, no pensaba mucho sobre el tema, pero a medida que fui envejeciendo, llegué al entendimiento de que teníamos que hacer algo en Puerto Rico. Las cosas se han ido fuera de control. Yo tengo miedo de salir de mi casa. Temo por mis hijos. Creo que la pena podría ser un disuasivo”.

Aunque muchos puertorriqueños podrían tener la misma reacción al preguntarles sobre la pena capital, esta conversación ocurrió entre un abogado de defensa y un candidato para ser parte del jurado  en el caso de Lashaun Casey, un ciudadano oriundo de Long Island, Nueva York. De ser encontrado culpable de haber matado a un agente encubierto en una transacción de drogas, Casey podría enfrentar la máxima sentencia en el foro federal.

Actualmente, en el Tribunal Federal de Hato Rey, se selecciona el jurado para dos casos de pena capital, el de Casey y Alexis Candelario Santana, el presunto autor intelectual de la Masacre de La Tómbola, la que dejó un saldo de ocho muertos, el deceso de una criatura de ocho meses de gestación y 20 heridos.

Las partes entrevistan a los ciudadanos que compondrán los jurados de ambos juicios. Con un veredicto de culpabilidad, se procedería a otro proceso, muy parecido a un juicio, en que se determinaría el castigo: cadena perpetua o pena de muerte.

Pero no es fácil hablar de la muerte, particularmente cuando este poder se les podría conferir a ciudadanos que formarían parte de un jurado.

Algunas de las contestaciones de los candidatos  desarman y sorprenden. El tema se trata de una manera civilizada, con mucha frialdad y distanciamiento, a pesar del alto valor que la sociedad en general deposita en la vida.

“¿Podría mirar a este acusado y decidir, sí, esta persona debería ser sentenciado a muerte?”, le preguntó una fiscal a un ciudadano en la selección de jurado de Alexis Candelario. 

“Sí, si me presentan la prueba adecuada, podría considerarlo”, respondió otro candidato para el jurado mientras su mirada se perdía en la sala del tribunal.

Caso con resonancia global

Mientras en Puerto Rico continúa la selección de jurado en dos casos de pena de muerte en el Tribunal Federal en Hato Rey, en Estados Unidos, uno de los principales periódicos liberales se focalizó en uno de estos juicios para mostrar la “arbitrariedad” con la cual se intenta aplicar el máximo castigo.

The New York Times criticó al secretario de Justicia de EE.UU., Eric Holder Jr., por no haberse replanteado el caso de Casey. El periódico, basándose en declaraciones de abogados conocedores del caso, señaló que la Fiscalía Federal en Puerto Rico había solicitado una cadena perpetua para Casey porque no había evidencia alguna que apuntara a que el sujeto conocía la verdadera identidad del agente que lo investigaba por sus presuntas operaciones de narcotráfico.

También destaca que Holder, en un memo interno de 2011, señaló que la aplicación de la pena capital se debería limitar a casos donde los intereses del Gobierno federal son más apremiantes que en las jurisdicciones donde se prohíbe la sentencia por una ley estatal.

“La administración de Bush decidió buscar la pena capital contra Casey porque entendía que él pensaba que había ejecutado a un oficial. Pero la mayoría de los casos de pena capital desde el 1988, cuando se reanudó la pena, han estado relacionados con casos de múltiples víctimas u ofensas extraordinarias como el bombazo de Oklahoma City o atentados contra embajadas”, dice el editorial.

“Es lamentable que (Holder) no cambió su posición. Puerto Rico prohíbe la pena capital. Los hechos de este caso subrayan que tan arbitraria es la pena de muerte y por qué debe ser abolida”, dice el editorial.

Pero muchos otros conocedores del sistema federal en Puerto Rico han quedado sorprendidos por la cantidad de precandidatos para el jurado que se han expresado a favor de la aplicación de la pena ante la rampante criminalidad en la Isla. A pesar de varios estudios que rechazan la pena capital como un “disuasivo contra el crimen”, gran parte de los ciudadanos entienden que el ajusticiamiento podría enviar un mensaje contundente contra el criminal en la Isla.