De piratas y corsarios
¿Sabes la diferencia entre uno y el otro?

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 5 años.
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Roberto Cofresí era pirata; Francis Drake y Miguel Henríquez,corsarios.
¿Sabes la diferencia entre uno y el otro?
Tanto piratas como corsarios se dedicaban a robar; pero uno lo hacía para lucro personal y, el otro, con una licencia del estado para saquear.
Desde que existieron los barcos en el mar para transportar bienes y riquezas de un lugar a otro, han existido personas deseosas de adquirir, a la fuerza, aquello que no les pertenece. Los griegos se referían a estos ladrones como ‘peirates’, cuyo significado era “aventureros del mar”. Ahora bien, la época dorada de los piratas fue, sin duda, durante los siglos de las colonizaciones europeas en América, entre los siglos XVI y XIX.
Puerto Rico tuvo un hijo pirata muy famoso, conocido como Roberto Cofresí. Su verdadero nombre era Roberto Kupferschein, hijo de un inmigrante triestino (de Trieste) y de una puertorriqueña caborrojeña de apellido Ramírez de Arellano. El nombre Cofresí resultó ser una manera más fácil de pronunciar su verdadero apellido de origen austriaco. Este pirata se convirtió en el terror de los mares durante varios años, hasta que finalmente los españoles, con la ayuda del gobierno estadounidense, lograron apresarlo. Fue llevado a un paredón de fusilamiento en los terrenos de El Morro, un 29 de marzo de 1825, a sus 35 años. Su cuerpo, y el de otros 10 piratas que formaban parte de su tripulación, fueron expuestos por 24 horas con el fin de escarmentar a potenciales delincuentes.
Por su parte, Sir Francis Drake era la versión del siglo XVI del famoso personaje del cine, James Bond. El agente 007 es famoso por tener una licencia que le otorga el gobierno para matar. Algo parecido ocurría con los corsarios: tenían licencia de la monarquía para robar. Eran, por tanto, piratas a sueldo, protegidos por sus gobiernos mediante una ‘patente de corso’ (de ahí el término ‘corsario’), un documento firmado por el monarca para permitir que ciudadanos atacaran y saquearan barcos enemigos y se repartieran las ganancias.
Así que Francis Drake fue un famoso corsario inglés, nombrado caballero por la reina Isabel I, y con un extenso currículum de batallas y victorias a favor de la corona inglesa. Su larga carrera de gloria y triunfos se vio frustrada aquí, en Puerto Rico. En noviembre de 1595, con 26 buques y 3000 hombres, entró sigilosamente de noche a la bahía de San Juan con el fin de robarse un tesoro que se escondía en La Fortaleza de Santa Catalina. Drake cometió el error de atacar un buque español que estaba anclado en la bahía, lo que alertó al ejército español y dio pie a un ataque virulento. Los barcos ingleses que trataron de huir hacia el mar se encontraron con los cañonazos que provenían de El Morro. Hubo muchas bajas inglesas. El gran Sir Francis Drake apenas logró escapar, pero salió humillado por la derrota y sin poder capturar el anhelado tesoro.
Puerto Rico también tuvo un famoso corsario, contratado por la corona española, de nombre Miguel Henríquez. A principios del siglo XVIII, este mulato se convirtió en el hombre más rico de la isla. Gracias a los recaudos que obtuvo en ataques en contra de barcos ingleses, alcanzó a tener una impresionante flota de 25 barcos y recibir el título de Capitán de Mar y de Guerra y Armador de los Corsos de Puerto Rico por parte del rey de España. Su fama y fortuna se desplomaron rápidamente, a causa de los prejuicios raciales de la época en una sociedad que no toleraba que un mulato tuviera tanto poder. Al final, Miguel Herníquez fue acusado de contrabando, le embargaron todos sus bienes y terminó sus días recluido en un convento dominico.
Como ves, los términos ‘pirata’ y ‘corsario’ tienen definiciones diferentes, pero tuvieron una presencia épica e interesante en la historia de Puerto Rico con las figuras de Cofresí, Drake y Henríquez.
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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