Dicen que Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas.

No hay duda de que la más grande de las Antillas y la más pequeña de las Antillas Mayores tienen mucho en común.

Para empezar, tenemos una historia paralela: fuimos las últimas dos colonias del imperio español hasta que, en 1898, una guerra cambió nuestros destinos. Nuestras banderas son muy similares (la misma monoestrellada, pero con los colores invertidos), procedentes de un espíritu de lucha revolucionaria e independentista compartida por las dos islas a finales del siglo XIX en contra del colonizador, España.

Cualquiera que viaja a Cuba, se dará cuenta de que los cubanos le tienen un cariño muy particular a los puertorriqueños. Durante un viaje que tuve la oportunidad de realizar en el 2009, los hermanos cubanos me trataban con mucho afecto tan pronto se daban cuenta, por mi acento, que era de Puerto Rico. El cariño y el respeto era y es, sin duda, recíproco.

Pero nuestra relación entre Cuba y Puerto Rico también toca temas sociales y culturales. La música, el deporte, la comida, nuestra idiosincrasia alegre, nuestra capacidad de afrontar las dificultades de la vida con entereza y resiliencia y, por supuesto, nuestro lenguaje.

Reconozco que cuando fui a Cuba hubo muchas palabras y expresiones que no entendía, ya que eran regionalismos muy particulares de ese país. Por ejemplo, hubo un cubano que me dijo, cuando le expresé lo impresionado que yo estaba con la manera ingeniosa en que mantenía funcionando su automóvil antiguo desde la década del 1950: “Tú no me calculas”. Supe, luego, que esa frase significa “Tú no me conoces ni sabes lo que soy capaz de hacer”.

O cuando me decían que fulana “amaneció con el moño vira’o”, haciendo alusión al mal humor de la persona.

También, los cubanos tienen un saludo muy particular cuando se encuentran con algún conocido en la calle: “Aseré, ¿qué bola?”. Es una forma de decir, “Hola, ¿qué haces?”.

Hay otra expresión, que me causó mucha risa cuando me la explicaron, aunque la historia es muy trágica: “Voló como Matías Pérez”. Esa frase se utiliza para hacer referencia a una persona que se desaparece, como le ocurrió en el siglo XIX a un tal aeronauta portugués, llamado Matías Pérez, que hizo en La Habana una exhibición de vuelo en un globo de aire caliente. Resulta que el globo fue arrastrado por el viento y desapareció para siempre en el horizonte.

Sin embargo, hay otras expresiones que son iguales o parecidas entre ellos y nosotros. Es muy probable que algunas de ellas las hayamos heredado de los cubanos que, por décadas, emigraron hacia Puerto Rico.

Por ejemplo, tanto en Cuba como en Puerto Rico le llamamos ‘guagua’ al autobús.

Cuando nos queremos ir de un lugar, le decimos al que tenemos al lado: “bueno, vamos echando”.

Igual, cuando algo nos parece asombroso, tanto ellos como nosotros usamos la exclamación “¡Ño!”.

Si un esposo llega a la casa a mitad de noche con un aliento a ron, y se inventa una excusa poco creíble por su tardanza, tanto la mujer cubana como la boricua seguramente le dirán: “Ay, chico, no me vengas con ese cuento”.

De igual forma, cuando un evento se acaba, tanto ellos como nosotros decimos: “Colorín colorado, este cuento se ha acabado”.

Ya ves, son muchas las coincidencias entre nuestras dos hermosas islas. Sin duda, somos de un pájaro las dos alas, con una misma lengua en común. Celebremos lo que nos une con nuestros hermanos cubanos.

Y colorín colorado, este artículo se ha acabado.