El diccionario que no sabías que necesitabas
El español cambia, respira, se mueve, se inventa palabras nuevas y se resiste a otras.

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En estos días, mientras revisaba unos textos, me topé con una noticia que me alegró más de lo que te puedes imaginar: la Real Academia Española y la Asociación de Academias publicaron la segunda edición del ‘Diccionario panhispánico de dudas’ (DPD). Esta nueva edición llegó renovada, actualizada y más útil que nunca. En este artículo te hablaré de por qué debes conocerlo.
El español cambia, respira, se mueve, se inventa palabras nuevas y se resiste a otras. Y en medio de ese huracán verbal, el DPD es como ese amigo sabio que nunca levanta la voz, pero siempre te dice exactamente lo que necesitas escuchar. La primera edición salió en 2005, cuando las redes sociales todavía no existían, y ya era hora de una revisión profunda. Han pasado veinte años de anglicismos nuevos, redes sociales, emojis, reguetón y “reels”. Era natural que el idioma pidiera una puesta al día y aquí la tenemos.
¿Y qué trae esta nueva edición? Mucho. Para empezar, cientos de entradas nuevas, especialmente sobre esa avalancha de extranjerismos que se nos cuelan a diario: streaming, influencer, podcast, ranking… Algunos terminarán adaptados; otros, quién sabe. Lo bueno es que el diccionario no es dogmático: orienta, explica, contextualiza. No te regaña; te acompaña.
Una de las cosas que más me gustan del DPD —y que se acentúa aún más en esta edición— es su mirada panhispánica. El español no es patrimonio exclusivo de nadie: lo hablamos desde Puerto Rico hasta Argentina, desde España hasta Guinea Ecuatorial, con diferencias que, lejos de dividirnos, nos enriquecen. Este diccionario abraza esas diferencias. Les da espacio. Les da legitimidad. Y eso, para quienes escribimos pensando en públicos diversos, es un alivio y una alegría.
Por ejemplo: ¿se dice la maratón o el maratón? ¿El gentilicio de Estados Unidos es americano o estadounidense? ¿Cómo se pluraliza wifi? ¿Debo acentuar la palabra guion? (La respuesta te va a doler: no). Todas estas pequeñas dudas —esas que aparecen justo cuando vas por la mitad de un párrafo y se te frena el cerebro— están ahí respondidas de manera clara y muy bien explicadas.
Confieso que tengo un cariño especial por este diccionario porque, aunque suene exagerado, ha salvado más de una de mis columnas. Me ha aclarado las diferencias entre solo y sólo, entre el plural de té (es tés), entre el agua está fría y o la agua está fría. Me ha evitado los regaños de lectores vigilantes y me ha permitido enseñar con mayor seguridad en mis clases y talleres.
Pero más allá de las dudas puntuales, el DPD nos recuerda algo más profundo: que escribir bien no es un acto de perfección, sino de responsabilidad. Que cuidar el idioma no es un lujo ni una camisa de fuerza, sino un gesto de cariño hacia quien nos lee. Y que consultar una duda, lejos de hacernos menos, nos hace mejores comunicadores.
Si nunca has usado el DPD, esta es una excusa perfecta para empezar. Está disponible en línea, es gratuito y es sorprendentemente fácil de navegar. Y si ya lo conoces, esta nueva edición te va a encantar. Tiene esa mezcla justa entre rigor y cercanía, entre norma y realidad, entre lo que quisiéramos que fuera el español y lo que realmente es.
En un mundo donde escribimos más que nunca —mensajes, correos, publicaciones, guiones, informes—, tener una herramienta que nos guíe en el camino es casi un acto de supervivencia lingüística.
Así que celebremos la llegada de esta segunda edición. Usemos el diccionario. Consultemos. Dudemos. Y sigamos haciendo lo que más nos gusta: comunicarnos bien… en buen español.
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
Tu idioma guarda miles de historias y secretos. En la columna descubrirás las fascinantes curiosidades que esconden nuestras palabras y expresiones.


