El léxico puertorriqueño
¡El español de Puerto Rico es casi un idioma por sí solo!

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
PUBLICIDAD
“Zafacón”, “guineo”, “gabete” y “vacilón”.
Estas son solo algunas de las palabras y expresiones registradas como puertorriqueñismos; es decir, términos y frases de uso en Puerto Rico.
A modo de comparación, el ‘Diccionario de la lengua española’, que publica la Real Academia Española junto a las demás asociaciones de la lengua, tiene unas 88,000 palabras registradas; el ‘Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico’, un diccionario de puertorriqueñismos publicado por la Asociación Puertorriqueña de la Lengua Española, contiene unas 19,000 expresiones. ¡El español de Puerto Rico es casi un idioma por sí solo!
Este léxico puertorriqueño surge como resultado de innumerables influencias históricas, de nuestra mezcla de razas, de la influencia de emigrantes a lo largo de los siglos, de la evolución de nuestra cultura, de nuestra idiosincrasia como pueblo.
De los indígenas heredamos algunas palabras que hoy día forman parte de nuestro hablar cotidiano. Cuando sacamos el “güiro” en una fiesta, o descansamos en una “hamaca”, o cuando comemos “yautía”, “maíz” y “yuca”, o al referirnos al “comején” que nos invade nuestro hogar, o cuando nombramos los pueblos de Caguas, Humacao o Loíza, entre tantos otros, estamos rememorando las voces taínas. En Puerto Rico, por ejemplo, al referirnos a una persona lista, tenemos una expresión muy única: decimos que esa persona es un ‘jaiba’. Los taínos usaban esa palabra para referirse a una especie de cangrejo que es muy escurridizo y difícil de atrapar. Así que hoy día, al decir que alguien es un ‘jaiba’, lo estamos comparando con esos cangrejos ‘listos’ que no son fáciles de coger; de ahí la connotación con ser avispado, vivo o perspicaz.
Los esclavos africanos, por su parte, trajeron consigo su lenguaje, y nos regalaron palabras que hoy día sobreviven entre nosotros. A esos términos le llamamos ‘africanismos’. En tiempos de parranda y jolgorio, cantamos una “bomba” y decimos que comenzó “la bachata”. Ahí los músicos sacan “la conga” y “el bongó” y arranca “el bembé”. Al final, nos servimos un delicioso “mofongo” o nos comemos un “guineo”. Qué “chévere” nos sentimos, a menos que nos haya dado una terrible “monga” o un mosquito nos haya contagiado con el ‘dengue’. Las raíces africanas están muy presentes en nuestro léxico cotidiano.
Desde la llegada de la influencia estadounidense en Puerto Rico, luego de la invasión del 1898, se han incorporado en nuestro vocabulario muchísimos anglicismos. Por ejemplo, cuando nos referimos a una persona hábil, decimos que es un “cangrimán”. Es muy curioso que este término es una derivación de ‘congressman’. De igual forma, nombramos al cesto de basura como un “zafacón”, una palabra derivada del inglés ‘safety can’. El jugador de pelota le pega a la bola con un “bate” (de ‘bat’), dormimos sobre un ‘matress’ y guardamos la ropa en el "clóset".
A veces pensamos que el fenómeno de los anglicismos es único de Puerto Rico por causa de nuestra relación política con los Estados Unidos. La realidad es que no es así: los anglicismos existen en todos los países de habla hispana, como resultado de la gran influencia del idioma inglés a lo largo y ancho del planeta. Por ejemplo, en España, tú puedes hacer un ‘máster’ (maestría) en ‘márketing’ (mercadeo) mientras dejas tu coche en el ‘aparcamiento’ (estacionamiento). En Colombia, si vas a uno de esos restaurantes de comida rápida, puedes pedir un ‘pie’ (pronunciado en español) de manzana.
Al final, es importante recordar que los idiomas son cambiantes y evolucionan continuamente gracias a las influencias de otros idiomas. Así pues, nuestro léxico puertorriqueño es un resultado de nuestra historia y cultura.
¡Abracémoslo!
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
Tu idioma guarda miles de historias y secretos. En la columna descubrirás las fascinantes curiosidades que esconden nuestras palabras y expresiones.