Lo he visto muchas veces...

Cuando alguien de otro país trata de imitar la manera en que hablamos, se mofan de nuestro acento como si fuéramos chinos hablando español:

“Dame de comel”.

“Oye, mi amol”.

“Mira mi deo”.

“Quiero deso”.

“No ha pasao na”.

“Te voa bujcal”.

Y la pregunta es: ¿están exagerando o realmente hablamos así?

Estoy seguro de que, cuando leíste las oraciones anteriores, reconociste esas pronunciaciones en nuestro lenguaje oral cotidiano.

¿Y esas formas de hablar están mal? ¿Nuestro acento es defectuoso?

Mi respuesta contundente es NO.

El acento puertorriqueño y nuestra forma de hablar es parte de nuestra cultura y de quienes somos, al igual que lo son los modos de expresión de un argentino, un mexicano, un cubano, un dominicano o un colombiano. Todos son el resultado de una evolución del lenguaje dentro de los contextos históricos y sociales de cada región.

Nosotros no somos la excepción.

Para entender nuestra forma de expresarnos, debemos remontarnos a los principios de la colonización española en Puerto Rico. La mayoría de los colonos que se establecieron en la isla durante los siglos XV al XVIII provenían de la región sur de España, conocida como Andalucía. Ciudades como Sevilla, Córdoba, Málaga, Granada y Cádiz, entre otras, forman parte de la cuna de nuestros primeros colonos.

Si alguna vez has escuchado a un andaluz hablar, te habrás dado cuenta de que su forma de expresarse es muy parecida a la nuestra.

Aunque las hablas andaluzas son variadas entre sus ciudades, tienen muchos rasgos en común entre ellos y nosotros:

- Eliminación de la letra ‘d’ en las terminaciones -ado, -ido, -edo (‘tablao’, ‘deo’, ‘vendío’).

- El seseo: la pronunciación idéntica de la ‘c’ y la ‘z’ como si fueran ‘s’ (coser/cocer, has/haz).

- La pronunciación debilitada o desaparecida de la letra ‘s’ luego de una vocal (‘bujcar’, ‘ratone’).

- Sustitución de la ‘r’ por la ‘l’ después de una vocal (‘bebel’, ‘puelto’).

- Utilización del ‘ustedes’ en lugar del ‘vosotros’.

¿Te das cuenta? Nuestra forma de hablar es, en gran parte, una herencia de aquellos que nos colonizaron.

Otro grupo importante de españoles que inmigraron a Puerto Rico fueron los canarios. Durante el siglo XIX, principalmente, hubo un gran número de ellos que vinieron a nuestra isla en búsqueda de nuevas oportunidades. Su forma de hablar es muy parecida a la nuestra: tenemos en común una entonación melodiosa, cálida, hasta cariñosa.

Si viajas a las Islas Canarias, notarás que hablamos casi igual, e incluso usamos palabras similares. Por ejemplo, ambos le decimos ‘guagua’ al autobús. Es un término que nace en Cuba y luego emigró a Puerto Rico e Islas Canarias, según los canarios regresaban a su país con la herencia de las formas de hablar en el Caribe.

No debemos sentir vergüenza de nuestra manera peculiar de expresarnos; por el contrario, es importante que veamos nuestro acento como un rasgo cultural que nos define como pueblo. Es el resultado de una evolución natural como consecuencia de nuestros antepasados andaluces y canarios, y de la aportación de las otras razas que han formado al puertorriqueño que somos hoy día.

El propio presidente de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, ha descrito nuestro acento boricua como uno “muy sensual”. Ha afirmado que “es un acento que nos resulta muy sugestivo”. Por lo tanto, si el propio presidente de la RAE reconoce y aplaude nuestra forma de hablar, ¿por qué no habríamos de hacerlo nosotros mismos?

El acento puertorriqueño es hermoso. Sintamos orgullo de lo que somos.

¡Celebremos nuestra identidad!