¡Ah, el origen de las palabras!

Los vocablos que decimos a diario tienen una historia, una razón de ser. El descubrirlas nos satisface nuestra curiosidad y nos ofrece temas de conversación.

Hoy quiero compartir contigo algunos de esos orígenes interesantes de las palabras, también conocidos como etimologías. Veamos:

Adrenalina: Cuando nos enfrentamos a algún peligro, una glándula de nuestro cuerpo segrega una hormona que nos ayuda a reaccionar con mayor rapidez y fuerza. Por ejemplo, si nos viene a atacar un león, la adrenalina incrementa el ritmo cardiaco y se nos contraen los vasos sanguíneos, lo cual nos ayuda a ser más efectivos en nuestras reacciones de lucha o de huida. Esa glándula se encuentra localizada cerca de nuestros riñones, y el nombre ‘adrenalina’ menciona ese hecho: en latín, la palabra ‘adrenalis’ combina el prefijo ‘ad-‘ (“junto a”) con el nombre ‘-renalis’ (“riñon”). Así pues, ‘adrenalis’ (y, por ende, ‘adrenalina’) significa “junto al riñón”.

Cementerio: Esta palabra viene del griego, y significa “dormitorio”. Tiene lógica, ya que en el cementerio es que todos vamos a echar nuestro último (y largo) descanso.

Fornicar: Las prostitutas romanas, a falta de lugares más apropiados, solían ejecutar sus servicios debajo de los puentes. Estas estructuras tenían un diseño compuesto de arcos que formaban unas bóvedas, que en latín se conocían con el nombre de ‘fornicari’. Así pues, los negocios de la prostitución solían ocurrir en esos ‘fornicaris’, muchas veces con maridos infieles que buscaban una aventura pasajera. De ahí que la acción de tener relaciones sexuales fuera del matrimonio se le conozca, hoy día, con el término ‘fornicar’.

Inocente: En latín, la palabra ‘innocens’ significaba “aquel que no hace daño”. Viene del prefijo ‘in-‘, con el sentido de negación, y ‘-nocens’ del verbo ‘dañar’. Por lo tanto, una persona inocente, traducido literalmente del latín, es aquel que “no ha hecho daño”.

Jaque mate: En el juego de ajedrez, cuando el rey se encuentra imposibilitado de realizar movimiento alguno, el oponente debe declarar un ‘jaque mate’; ese es el final del juego. El término proviene del persa y significa, literalmente, “rey muerto”.

Maestro: La palabra ‘maestro’ se utiliza, no solo para referirse a un educador, sino como un término de reverencia y admiración para aquellas personas a quienes le reconocemos su mérito dentro de una disciplina. Viene del latín ‘magister’, que significa “más”. Un maestro, por lo tanto, es aquel que es superior, que está por encima de los demás en conocimiento, destrezas o sabiduría.

Rival: Le decimos ‘rival’ al adversario. En el pasado, muchos de los enemigos de las tribus y poblados solían vivir al otro lado de un río. Tiene lógica, entonces, que en la época de los romanos le llamaran ‘rivus’ a los contrincantes, que en latín significa “río”, en referencia a que lo único que los separaba de entrarse a golpes era ese cuerpo de agua.

Siesta: Muchos hemos perdido la buena costumbre de dormir una siesta a mitad del día, pero en algunos lugares del mundo esa práctica sigue vigente. El término viene del latín ‘sexta’, en referencia a la sexta hora del día, que corresponde al mediodía, en que solían descansar antes de regresar a sus labores de la tarde.

Sarcófago: El lugar donde se deposita el cadáver se le conoce como ‘sarcófago’ o ‘sepulcro’. Viene del griego y significa… “come carnes”. No hay que entrar en detalles para descifrar la relación que tiene el término con su etimología.

El tema de las etimologías es amplio y lleno de curiosidades. En futuros artículos hablaremos de otros orígenes que te ayudarán a entender lo que esconden las palabras que decimos a diario.