Los contextos son importantes; hay que conocerlos y entenderlos. No podemos desligar nuestra cultura e idiosincrasia de las influencias que, a través de los siglos, han contribuido a definir lo que somos.

En nuestra canasta de características heredadas se encuentran unos isleños que habitaban al otro lado del charco y que vinieron a aventurarse por estos lares caribeños en búsqueda, en muchos casos, de fortuna y de una mejor calidad de vida. Me refiero a los canarios, habitantes de un archipiélago de islas españolas situadas al oeste de las costas del norte de África. Salían de sus islas en el viejo mundo en dirección de unas islas en el nuevo, atraídos por una geografía que les resultaba, en algo, familiar. Algo similar sucedió, por cierto, con los inmigrantes corsos del siglo XIX, provenientes de una isla del mediterráneo muy parecida en tamaño a la nuestra.

A pesar de que siempre hubo canarios que, desde los inicios de la colonización, se asentaban en Puerto Rico, no fue hasta los siglos XVIII y XIX que se ve un aumento en la migración canaria. Entre 1714 y 1797 se fundaron 28 pueblos en Puerto Rico, de los cuales 19 tuvieron como protagonistas a inmigrantes canarios. En el siglo XIX hubo un dramático éxodo migratorio de canarios al Caribe, provocado por las condiciones de miseria en que vivían en sus respectivas islas de origen, e incentivado, a su vez, por la Real Cédula de Gracias del 1815 que fomentaba la agricultura, el comercio y la industria en la isla. Las guerras de independencia de las viejas colonias españolas en el continente americano también propiciaron que, durante esos años, los canarios prefirieran como destino las islas de Cuba y Puerto Rico, últimos remanentes de lo que había sido el gran imperio español. Por ende, es muy probable que entre tus apellidos y antepasados tengas alguna raíz canaria.

No es de extrañar que un influjo constante, durante décadas y siglos, de personas con un mismo bagaje cultural vayan aportando de manera significativa al nuestro en Puerto Rico. El que viaje a Tenerife o a La Palma o a Gran Canaria, por mencionar algunas, notará las grandes coincidencias entre nosotros, principalmente en temas del idioma. Ellos, al igual que nosotros, fueron colonizados por andaluces, por lo cual compartimos una forma de hablar muy similar. Veamos solo algunos de los rasgos que nos asemejan en nuestra forma de expresarnos.

- Reducimos la pronunciación de la ‘e’ inicial seguido por una aspiración en palabras como ‘está’ > ‘ehtá’, y en la aspiración de la ‘s’ en los plurales: ‘las mesas’ > ‘lah mesah’.

- Utilizamos con mucha frecuencia la terminación del diminutivo -ito cuando hablamos. Es común escucharnos hablar de la ‘abuelita’, el ‘viejito’, y la ‘ayudita’.

- El seseo: pronunciamos de la misma manera las ‘s’, ‘c’ y ‘z’ en palabras como ‘cocer’ y ‘coser’, ‘vez’ y ‘ves’.

- Tanto en Puerto Rico, como en las Canarias, el plural de ‘tú’ es ‘ustedes’, no ‘vosotros’ como en otras partes de la España continental.

- Hemos heredados muchas palabras canarias, tales como: ‘cachete’ (en vez de ‘mejilla’), ‘gago’ (en vez de ‘tartamudo’), ‘enchumbarse’ (en vez de ‘mojarse’), ‘cuarto’ (en vez de ‘dormitorio’), ‘cocotazo’ (en vez de ‘golpe en la cabeza’), ‘prieto’ (en vez de ‘negro’), ‘botar’ (en vez de ‘tirar’)

Muchos canarios regresaban a sus islas de origen, llevándose, a su vez, muchas influencias lingüísticas del Caribe. Por ejemplo, la palabra ‘guagua’ para referirse al autobús es una herencia nuestra al hablar cotidiano de las Islas Canarias.

Cuando tengas la oportunidad, visita tus ancestros culturales en Canarias y descubre un pedazo de nosotros al otro lado del océano.