No está fácil la cosa.  

Los precios suben, las oportunidades de conseguir empleo son pocas, los salarios son muy pobres. 

En otras palabras, “la calle está dura”.

Siempre me han intrigado de dónde vienen y a qué se deben las frases que decimos con tanta frecuencia.  “La calle está dura” debe de tener una explicación, y esa explicación la encontramos, probablemente, en una de las profesiones más antiguas del mundo:  la prostitución.

Las “mujeres de la calle” suelen pasar las noches caminando las aceras en busca de clientes, los cuales a veces no abundan.  Muchas veces son víctimas de abusos y de humillaciones.  Esa calle representa su vida, y esa vida es dura.  

Tenemos otras formas de manifestar nuestra frustración ante las dificultades que nos trae nuestra existencia.  Por ejemplo, cuando el dinero deja de fluir y las cuentas no paran de aumentar, solemos decir que “la piña está agria”.  ¿Quién no ha sentido decepción al probar una fruta que esperamos sea dulce, pero termina siendo lo contrario?  Todos añoramos la prosperidad, pero en ocasiones la vida deja de ser dulce, al igual que una piña agria.

Entonces, cuando la cosa se pone realmente mala, decimos que “estamos pasando las de Caín”, en referencia a uno de los hijos de Adán y Eva.  El libro de Génesis de la Biblia relata el asesinato de Abel por parte de su hermano mayor, Caín.  Este sentía celos de su hermanito, porque Dios prefirió una ofrenda que le trajo Abel por encima de la que él le trajo.  Luego de cometido el fratricidio, Dios se molestó y condenó a Caín a jamás recibir frutos de la tierra y a vagar sin descanso por el resto de su existencia. A la verdad que no te va muy bien en la vida si “estás pasando las de Caín”.  El no recibir los frutos de la tierra puede compararse hoy día con no recibir suficiente dinero para pagar todas tus deudas.  

Por otro lado, existen un sinnúmero de expresiones, muchas de ellas muy nuestras, para expresar lo mal que nos va con las finanzas personales.

Si en el bolsillo lo que nos quedan son mariposas, decimos que “estamos pelaos”.  Ahora bien, si la cosa está muy mala, le añadimos que “estamos más pelaos que un chucho”.  Un chucho, o chucha, es el doble cero en el juego de dominó.  Así que, al igual que la ficha de este juego, nuestra cuenta de banco está en cero.  

También decimos que “estamos en la pelambrera”.  Es interesante que, en Puerto Rico, la palabra ‘pelambrera’ se refiera a una escasez de dinero, cuando la Real Academia Española lo define como todo lo contrario: una “abundancia, especialmente de pelo”.  

Otra expresión común es que “estamos en la prángana”.  Esa palabra, ‘prángana’, es una onomatopeya que hace referencia al ruido que produce un objeto cuando cae al piso.  Fíjate que la idea de caerse cuando se pierde dinero se usa incluso en Wall Street; a menudo se oye decir que hubo una caída en la bolsa de valores.

Y así hay muchas otras expresiones: “estar arrancao”, “estar arroyao”, “estar lambiendo el caldero”, “estar como gato que lambe brea”, “andar con un roto en el bolsillo”, “estar en la rueda de abajo”, “estar quebrao”.

Al final, todas estas frases muestran lo ingenioso que es el puertorriqueño y nuestra capacidad de tener sentido del humor a pesar de las adversidades.  Así somos.

Mi deseo es que Puerto Rico, como país, pronto deje de estar en “las vacas flacas” y lleguen, pronto, “las vacas gordas”.

Amen.