No le tengas miedo al cambio
El temor es, muchas veces, el obstáculo que nos separa de una vida mejor.

PUBLICIDAD
No nos gustan los cambios. En muchos casos, incluso nos oponemos a ellos.
A veces preferimos la aparente tranquilidad de dejar las cosas como están –aunque nos hagan sentir incómodos o infelices– antes de aventurarnos hacia lo desconocido. Nos inquieta la incertidumbre que trae cualquier viraje en el camino.
Nos da miedo renunciar a un trabajo que nos agobia, porque tememos no encontrar otro mejor o no ser capaces de pagar nuestras deudas.
Nos da miedo terminar una relación tóxica, de maltrato, porque pensamos que tal vez nunca más encontraremos a alguien que nos quiera o porque, simplemente, dependemos de esa persona.
Relacionadas
Nos pasa lo mismo con mudanzas, decisiones familiares o, incluso, pequeños ajustes en la rutina. Todo lo que altere lo conocido activa ese mecanismo natural de defensa: el miedo.
Pero aquí va una verdad sencilla: el miedo al cambio es, muchas veces, el obstáculo que nos separa de una vida mejor.
Mi papá siempre me decía: “El que no arriesga, no gana”. Y tenía razón. Permanecer en la zona de confort es, en el fondo, renunciar a la posibilidad de alcanzar sueños, de crecer, de vivir plenamente.
El miedo al cambio es natural. Lo familiar nos da una sensación –falsa, pero cómoda– de control. Sabemos cómo funciona, qué esperar, cómo manejarnos ahí. El problema es que, muchas veces, ese mismo miedo nos paraliza, nos impide dar pasos hacia experiencias que podrían transformarnos para bien.
Recuerdo una conversación que tuve hace años con un gran amigo, justo cuando estaba considerando un giro importante en mi carrera profesional. Le contaba mis dudas, mis temores, todos los “¿y si me sale mal?”. Me escuchó con paciencia y, al final, me dijo algo que nunca olvidé: “Gabriel, es normal tener miedo. Pero no confundas el miedo con una señal de que debes quedarte donde estás. A veces, el miedo es solo un aviso de que estás a punto de crecer”.
Y es cierto. El miedo al cambio no siempre es una señal de peligro. Muchas veces es simplemente la reacción natural de estar saliendo de lo cómodo. Si dejamos de verlo como enemigo y lo asumimos como parte del proceso de crecimiento, descubrimos que el verdadero obstáculo nunca fue el cambio, sino la resistencia previa.
A lo largo de la vida todos enfrentamos momentos de transformación: cambiar de trabajo, tener un hijo, perder a un ser querido, comenzar o terminar una relación. Cada uno de esos cambios nos sacude, nos obliga a adaptarnos y nos empuja a buscar nuevos equilibrios.
He aprendido que el cambio, aunque incómodo, siempre nos ofrece una oportunidad de redirigir la brújula. Nos obliga a preguntarnos: ¿qué quiero realmente?, ¿qué es lo importante?, ¿qué estoy dispuesto a soltar para poder avanzar?
Claro, no se trata de romantizar el cambio. Hay cambios que duelen, otros que llegan sin pedir permiso, otros que nos descolocan por completo. Pero hay muchos otros cambios que podemos planificar y que nos ofrecen una salida para mejorar.
La vida es movimiento. Y cuando intentamos aferrarnos con uñas y dientes a lo estático, lo único que conseguimos es quedarnos atrapados en un espacio cada vez más pequeño.
Por eso, cuando sientas miedo al cambio, détente un momento. Reconoce el miedo, pero no permitas que sea él quien decida por ti. Pregúntate: ¿este miedo me protege de un peligro real, o simplemente es un obstáculo que me impide crecer?
Mi papá, quien vivió muchos cambios en su vida, solía repetirme una frase que aún me acompaña: “No hay viento favorable para el barco que nunca zarpa”.
No tengas miedo. Zarpa.
RELACIONADAS
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
En buen español
Tu idioma guarda miles de historias y secretos. En la columna descubrirás las fascinantes curiosidades que esconden nuestras palabras y expresiones.