Nos cuesta trabajo hablar de la muerte, a pesar de que es lo único seguro que tiene la vida.

Ante esta realidad, buscamos formas de suavizar el impacto negativo que tiene esa palabra. La lista de frases que nos hemos inventado para no llamar la muerte por su nombre es amplia y creativa:

“Oremos por Martín; el pobre pasó a mejor vida”.

“Anoche abuelita partió a su última morada”.

“Titi Conchi se fue al otro mundo”.

“Cándida está en el cielo”.

Hay otras expresiones más coloquiales, que tratan de darle un toque simpático a un tema lúgubre:

“El vecino no pudo más y colgó los guantes”.

“Antonio estiró la pata”.

“A Margarita se la chupó la bruja”.

“Al viejo se lo llevó Pateco”.

En cuanto a esta última expresión, existen varias teorías sobre su origen. Hay quienes afirman que Pateco era un sepulturero que trabajaba en el cementerio del Viejo San Juan durante la época del huracán San Ciriaco en el 1899 y que, debido a la gran cantidad de muertes y al miedo a las epidemias, los familiares no podían entrar al cementerio para enterrar a sus muertos. A Pateco, por lo tanto, le tocaba recibir a los cadáveres en la entrada del camposanto; de ahí, él se encargaría de llevarlos para darles cristiana sepultura.

Otra teoría es que Pateco se deriva de la palabra ‘pateta’, que significa ‘diablo’. De hecho, en otros países de habla hispana existe la expresión ‘se lo llevó pateta’ para referirse a que una persona se la llevó el demonio.

Existen muchas curiosidades sobre el uso del lenguaje con este tema de la muerte. Algunas de las lápidas en los cementerios, por ejemplo, incluyen un ‘epitafio’, una palabra griega que significa ‘sobre’ (epi) y ‘tumba’ (taphos). Los epitafios son, por tanto, las inscripciones que se escriben ‘sobre las tumbas’. Un ejemplo típico es RIP (‘Requiescat In Pace’), frase en latín que significa ‘descanse en paz’.

A lo largo del tiempo, se han escrito varios epitafios famosos. Algunos de ellos le inyectan un toque de humor al asunto de la partida final. Veamos algunos ejemplos:

-En la tumba del comediante mexicano Mario Moreno, su epitafio nos recuerda la particular manera de hablar de su personaje Cantinflas: “Parece que se ha ido, pero no”.

-El epitafio de Melvin Jerome Blanc, la voz del cerdito Porky, lee: “Eso es todo amigos” (“That’s all Folks”).

-Se cuenta que el comediante estadounidense Groucho Marx pensó ponerle el siguiente epitafio a la tumba de su suegra: “¡RIP, RIP, HURRA!”

-El epitafio de un tal Pancrazio Juvenales dice: “Buen esposo, buen padre, mal electricista casero”.

La muerte es vista por muchos cristianos como un sueño del cual algunos despertaremos al momento de la resurrección de los muertos. No es de extrañar, entonces, que el lugar donde los cadáveres se entierran lleve el nombre de ‘cementerio’, palabra que proviene del griego y que significa ‘dormitorio’. Así pues, tiene sentido que, al momento de enterrar a una persona en el cementerio, todo el mundo exprese el deseo de que ‘descanse en paz’.

Ya tendremos tiempo, pues, para descansar. Mientras tanto, antes de que nos chupe la bruja y se aparezca Pateco a llevarnos al dormitorio final, sigamos disfrutando de la vida a plenitud. Entender tu idioma y conocer sus curiosidades es un buen pasatiempo para disfrutar de la vida en lo que “el hacha va y viene”.