Decimos que no somos supersticiosos, pero lo pensamos dos veces antes de pasar por debajo de una escalera. Decimos que no creemos en nada de eso, pero cuando no queremos que algo nos pase, buscamos una madera para tocar.

¿De dónde vienen todas estas creencias que repetimos y pasan de generación en generación? Veamos los orígenes de algunas de las más comunes.

Comencemos con esa, la de tocar madera. De seguro te has visto en una situación en que estás hablando sobre algo que no quieres que te pase. “Hasta el día de hoy nunca he tenido un accidente en la carretera”, dices mientras miras a tu alrededor en busca de una mesa, o una silla o algo de madera para poder darle unos golpecitos. El no encontrarlo te produce ansiedad y, cuando al fin lo encuentras, sientes alivio: ahora nada malo te podrá pasar.

Hay varias teorías para esta costumbre. Una de las más aceptadas tiene que ver con la antigua creencia de que los dioses y los espíritus residían en el interior de los árboles. Los golpes a la madera tenían el propósito de despertar a esos seres místicos para que escucharan sus plegarias y los protegieran.

Otra superstición interesante es la que advierte que si rompes un espejo tendrás siete años de mala suerte. El origen de esta creencia se remonta a la antigua ciudad de Venecia, donde en el siglo XV se comenzó a producir grandes espejos hechos de vidrio. Este invento era sumamente costoso y solo los ricos de la época podían darse el lujo de poseer un espejo. Los sirvientes pobres que trabajaban para estos aristócratas recibían una advertencia: si rompían uno de esos espejos tendrían que reponerlo con el dinero de su sueldo. Para muchos de ellos, eso podría representar años de trabajar sin cobrar nada a cambio. Sin duda el romper un espejo era para ellos equivalente a muchos años de mala suerte.

Por otro lado, habrás escuchado la expresión “martes, ni te cases ni te embarques”, más aún si ese martes cae día 13. La superstición con ese número llega a tal extremo que muchos de nuestros condominios no rotulan el piso 13 (del 12 brincan al 14). Una de las razones para el miedo que le tenemos a este dígito tiene que ver con el apóstol Judas, el participante número 13 de la Última Cena de Jesucristo que traicionó al Mesías y lo entregó a los soldados romanos. El martes 13 es considerado como de mala suerte en España y en América Latina, pero en los países anglosajones, como Estados Unidos, el día fatídico es el viernes, día en que fue crucificado Jesús.

El pasar por debajo de una escalera también dicen que puede causar mala suerte. La explicación está en el triángulo que se forma entre la escalera, la pared sobre la que descansa y el piso. El triángulo representa la Santísima Trinidad, y pasar por el medio de ella se considera una profanación de lo sagrado y una atracción de lo diabólico.

Por último, ¿has tirado alguna vez monedas en un pozo o en una fuente? Al hacerlo, ¿has pedido un deseo? Si lo has hecho, no te sientas mal: se estima que anualmente se recaudan cerca de 10 millones de dólares provenientes de todas las monedas lanzadas alrededor del mundo. Esta superstición viene de la antigua creencia de que las aguas estancadas tenían propiedades curativas que provenían de espíritus que habitaban en ellas. En un inicio se lanzaban piedras al agua con la intención de sellar las peticiones y deseos, pero hoy día esto evolucionó en algo más accesible: monedas.

Es obvio que todas estas supersticiones están basadas en mitos, pero no dejan de ser curiosas e interesantes. Es un hecho, además, que muchos de los que aseguran no creer en ellas prefieren tocar madera o evitar pasar por debajo de una escalera, romper un espejo o casarse un martes 13… solo por si acaso.