¡Somos unos cangrimanes!
Le decimos ‘cangrimán’ a una persona poderosa, lista, hábil y de influencia.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 6 años.
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Era un día soleado y caluroso aquel martes 18 de octubre de 1898 cuando, a las 12:00 en punto del mediodía, se izaría, sobre el Palacio de Santa Catalina, una bandera muy distinta a la que había ondeado allí durante siglos. Aquella residencia de 124 gobernadores de un imperio vencido sería, a partir de esa hora, el centro de mando de la nueva colonia de un imperio naciente.
El general Manuel Macías y Casado, último gobernador y capitán general español de la isla de Puerto Rico, afirmó, al estallar la Guerra Hispano-Cubana-Estadounidense, que “la providencia no permitirá que en estos países descubiertos por la nación española, el eco de nuestro idioma cese de escucharse”. Proféticas fueron las palabras de aquel desdichado gobernador, quien tuvo que ceder su cargo en contra de su voluntad y abandonar el país dos días previos al cambio oficial de soberanía (cualquier semejanza con hechos recientes, es pura coincidencia).
Lo cierto es que, a pesar del intento de “americanizar” a los puertorriqueños mediante la imposición, por cerca de medio siglo, del idioma inglés en la enseñanza de todas las materias en las escuelas, ese intento fracasó. La historia ha documentado una inmensa resistencia del pueblo, principalmente por parte de los maestros, a esa campaña de “americanización”, a tal grado que el programa fue finalmente derrotado en el 1947. El general Macías y Casado había tenido razón: el eco del español sigue escuchándose hoy día, con fuerza, en la isla y en todos los países de la América hispana.
Sin embargo, no podemos negar que la influencia del idioma inglés se ha infiltrado en nuestro español con palabras y frases que decimos aún con frecuencia y que forman parte de nuestra idiosincrasia.
Por ejemplo, la palabra ‘cangrimán’.
Le decimos ‘cangrimán’ a una persona poderosa, lista, hábil y de influencia. “Chacho, mi primo es el más que manda en mi barrio; es un ‘cangrimán’ de verdad”. Su origen viene del término ‘congressmen’, es decir, de los congresistas de Washington a quienes los puertorriqueños veían como personas de mucho poder e influencia.
En Puerto Rico decimos que todo está ‘OK’, para decir que todo está bien o que estás de acuerdo con algo. Si vas a España, por ejemplo, no dicen ‘OK’, sino ‘vale’ (“Te veo a las 8:00 en mi casa, vale”.). Hay muchísimas teorías sobre su origen; una de ellas establece que viene de la Guerra Civil de EE. UU., en que las tropas que regresaban a sus cuarteles escribían O.K. como abreviatura de ‘Zero Kills’, cero muertos.
Otra frase interesante que decimos en Puerto Rico y que viene de nuestros primeros años de relación con los Estados Unidos es “Se formó un fostró”, utilizado para referirnos a que ocurrió una situación desordenada… un ‘revolú’. El origen viene de inicios del siglo XX en referencia al baile del ‘foxtrot’ norteamericano que era, precisamente, muy movido y alborotado.
Del proceso de ‘americanización’ en las escuelas de Puerto Rico aún quedan algunos rezagos. Por ejemplo, todavía al día de hoy, los estudiantes le dicen ‘missis’ o ‘mister’ a una maestra o a un maestro. Esa era la forma en que se llamaban a los educadores escolares durante aquel periodo. De la misma manera, los niños van a la escuela con sus meriendas en la ‘lonchera’, un anglicismo para referirse a ‘lunch’ (almuerzo).
Hay muchas otras palabras, como ‘zafacón’ (‘safety can’), ‘gringo’ (‘green go!’), ‘raitrú’ (‘right true’), ‘gufiao’ (‘to goof’), que se teoriza vienen de nuestra relación con los estadounidenses. Lo cierto es que, a pesar de estas influencias, seguimos hablando español en Puerto Rico. Aquel último gobernador español en desdicha del 1898 tuvo razón…
Exdecano y profesor de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel de la Universidad del Sagrado Corazón y fundador del movimiento En Buen Español. Experto en comunicación y amante del lenguaje. Conferenciante internacional sobre temas relacionados con el poder de la palabra. Autor del libro 'Habla y redacta en buen español' (2011) y 'En buen español: El libro de las curiosidades de nuestro idioma" (2020). Apasionado de la historia, la educación, la fotografía y el mar. Esposo de Mirté y padre de Sebastián, Alejandro, Mauricio y Mariana (y del perrito Muni Cipio).
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