El simple hecho de que tienes, ahora mismo, el periódico en tus manos o que estás mirando esta columna en tu celular o computadora es prueba suficiente de que estás haciendo algo muy bien.

Estás leyendo, eso es fantástico y te felicito por ello.

A veces pienso, al mirar a mi alrededor, que el gusto por la lectura está mermando. Hoy día hay tantas otras formas de consumir contenido que la competencia es grande, sobre todo entre las generaciones más jóvenes. Sin embargo, por más Netflix, Hulu, TikTok y YouTube que exista, nada puede sustituir el placer de una buena lectura.

Hay una magia que solo te la puede dar la palabra escrita. Cuando lees un buen libro, por ejemplo, se estimula tu mente e imaginación. Por lo general, no hay visuales en un texto, solo descripciones que te llevan a recrear las imágenes en tu cerebro. Hay muchos que opinan que la lectura de un buen libro les produce más placer que ver la misma historia en una película. Y esto es porque el cerebro, cuando imagina, produce un estímulo diferente en cada persona, una interpretación única del texto que te transporta a lugares insospechados. Cuando ves una película, sin embargo, todo está dado. No hay espacio para tu imaginación, porque ya otros se encargaron de dártelo todo masticado.

Por otro lado, siempre se aprende algo nuevo cuando se lee.

Con el periódico, por ejemplo, te enteras a profundidad de las noticias del día. Eso es tan importante, porque te permite darle sentido a tu entorno. Todo lo que pasa en el país y en el mundo tiene un impacto, ya sea directo o indirecto, con tu vida.

El estar informado te permite entender y, más que todo, te desarrolla tu pensamiento crítico. No se puede opinar de manera inteligente si no se tiene información. El conocimiento te permite cuestionar, analizar y tomar decisiones acertadas. La lectura te lleva a eso. Te permite, también, acceder a una variedad de voces y perspectivas, lo que puede enriquecer tu comprensión del mundo y fomentar la tolerancia y la diversidad.

Además, mientras más lees, mejor te expresas, tanto de forma oral como escrita. Tu mente es una esponja que absorbe los buenos estilos de comunicación y, sin darte cuenta, te ayuda a mejorar la manera en que hablas y redactas. Te permite reconocer, por ejemplo, cuando una palabra está mal escrita porque la has visto tantas veces que tu cerebro la ha “fotografiado” y hace que suene una alarma en tu mente cuando te topas con algún disparate.

Como si esto fuera poco, la lectura mejora tu vocabulario. Al exponerte a una amplia gama de términos y expresiones, comienzas a ver cómo tu conocimiento de palabras se expande. Es una manera extraordinaria de cultivar tu idioma.

Está demostrado que la lectura es un ejercicio que requiere concentración y enfoque, lo que te ayuda a desarrollar y fortalecer tu capacidad de atención. Al mismo tiempo, el sacar el tiempo para leer un buen texto es excelente para reducir el estrés y te desconecta de las preocupaciones diarias. Nada como un buen café por la mañana, con periódico o revista en mano, o sacar tiempo para leer tu libro favorito al aire libre, bajo la sombra de un árbol. Es una terapia que te da paz mientras te sumerges en una buena historia, resuelves misterios o exploras aventuras.

Al final, la lectura te brinda la oportunidad de conectarte con otros lectores, discutir sobre lo que sucede en el mundo y compartir tus perspectivas. Te da profundidad y contenido.

Sigue leyendo… lo estás haciendo bien.