Se ha denunciado en más de una ocasión, pero ha habido oídos sordos. Gastan los chavos del pueblo como si nadáramos en la abundancia, despilfarrándolo en contratos para los amigos y alcahuetes y para su beneficio electoral y político.

¡Se han “mal” gastado $24.2 millones en publicidad, relaciones públicas y otros eventos!

Pero no solo es el gobierno colonial “electo” el que gasta a manos llenas. La Junta de Control Fiscal ha dilapidado otro fracatán en contratos onerosos, que no guardan proporción con la crítica situación de un País al borde del abismo.

Resulta escandaloso que la agencia a cargo de la publicidad del entonces candidato a la gobernación en la pasada campaña electoral, Ricardo Rosselló, se le hayan otorgado contratos gubernamentales por $7,468,842.95.

Es un descaro. Un burdo descaro. Lo lindo es que muchos de estos publicistas y relacionistas que contratan, que engordan sus bolsillos a nuestra costa, a lo que se dedican es a rehacer imágenes maltrechas y a intentar “enderezar situaciones que les son adversas, mala publicidad y “mala prensa”, pero no porque la prensa sea mala. Es por sus actos. “Damage control”, le llaman.

Predican, en tanto, austeridad y sacrificio al pueblo; reducen la jornada laboral a los trabajadores, eliminando beneficios y derechos. Como dejó entrever Matosantos, todavía no hemos vivido ni tan siquiera la mitad de lo que nos aguarda. Nos esperan meses muy difíciles. Habrá despidos. Se sentirá el peso de las reducciones en el presupuesto de las agencias que prestan servicios esenciales, como el Departamento de Salud, la Reforma y la Policía. Nos costará mucho dolor, muchas carencias y muchas lágrimas. Pero, ellos malgastan.

Le piden al pueblo que sean austeros y que coman menos, pero los que ejecutan y predican la austeridad comen y gastan en abundancia.

Si ha habido una reacción dramática de una agencia que rinde un servicio esencial, por la reducción de su presupuesto, ha sido la Uniformada, que está a la caza de 300 policías voluntarios.

Patético. Real, pero patético.

“La idea aquí es que ellos puedan ayudarnos a aumentar el patrullaje. Como saben, con la situación del presupuesto este año no nos dieron fondos para el reclutamiento de policías estatales, o sea, que los podemos usar en la parte preventiva para que ejerzan esa función”, dijo la Superintendente.

Es triste. Jamás pensamos que llegaríamos a esto. Pero todavía se insiste en malbaratar el dinero en gastos innecesarios como si tuvieran un agujero en la mano.

Se supone que los gastos en publicidad tengan un fin público.

Por eso, cuando un helicóptero sobrevuela el área de Tallaboa en Peñuelas, previo a la llegada de camiones abarrotados de cenizas y llegan contingentes de agentes a arrinconar a una comunidad que lucha por su salud y su vida, y arriban patrullas escoltando camiones, nos preguntamos cuál es el fin de la Policía. ¿Por qué la utilizan para facilitar a la empresa contaminadora depositar el veneno, en detrimento del pueblo?

Ayer, me topé con un letrero tirado en la acera, que seguramente se desprendió de un poste del que estaba agarrado, que leía con todo y su triangulito: “Vota estadidad. Garantiza tu ciudadanía americana (11 de junio)”.

El letrero que yacía allí tirado recordaba precisamente otro evento en el que se malbarataron chavos. La CEE pagó $2.3 millones solo en publicidad. El costo fue de cerca de $11 millones. ¿Fue necesario malgastar tanto dinero en un capricho? 

Me atrevo a apostar que la gente está harta de que haya dos varas: la de la austeridad para los trabajadores y los pobres; y la de los que ejercen el poder y predican la moral en calzoncillos.