Fui una amiga sorda y ciega, pero amiga...
Viví una reciente experiencia que me inspiró a escribir. Pude ver tanta tristeza a través de los ojos de una de mis personas favoritas que me impresioné.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 8 años.
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Muchas veces nos acostumbramos a ser tan felices o despistados que olvidamos escuchar y observar más allá de lo que vemos de frente. Presumimos que detrás de una sonrisa todo está bien.
Esto muchas veces nos suele pasar con gente a la que queremos mucho. Por sus buenas actitudes ante la vida y con el mundo, damos por sentado que no tienen carencias y que viven una vida perfecta. ¡Qué mucho nos pasa entre los amigos! Sabemos que los tenemos, sin embargo, ellos, ¿nos tienen a nosotros?
¿Hace cuánto no le preguntas a tu amiga cómo está? ¿Hace cuánto no le preguntas cómo van sus planes, qué cosas disfruta, qué la hace llorar o qué la hace reír más allá de lo se ve a simple vista?
De seguro, ¡ella sabe todo sobre ti! La bombardeas con tus cosas y siempre está para escucharte y callar. Quizás solo la llamas o la buscas cuando tienes necesidad de ser atendida.
Pero no nos debemos sentir culpables por esto. Quizás lo hacemos porque pensamos que como es tan buena y siempre se ríe de nuestras loqueras, vive una vida perfecta y no necesita tanto como tú. Pero, a partir de este momento, debemos aprender juntas, que eso no necesariamente es así.
Viví una reciente experiencia que me inspiró a escribir. Pude ver tanta tristeza a través de los ojos de una de mis personas favoritas que me impresioné. Descubrí y confirmé lo mucho que la quiero, lo agradecida que estoy de su cariño y su valiosa amistad. En un momento hasta sentí cargo de conciencia al punto que me obligué a cuestionarme el tiempo que no estoy para ella. Qué pena que, a veces, las obligaciones, el trabajo y las responsabilidades nos tragan y hasta nos roban lo verdaderamente valioso.
Amiga que me lees (y sabes que te hablo) eres valiosa y muy especial. Mereces ser muy feliz. Gracias porque siempre que te llamo y te necesito estas para mí y los míos. Perdón por no darme cuenta antes que en tu interior hay mucha tristeza y dolor, y que hoy necesitas más de mí que yo de ti.
Quiero que sepas que aquí estamos para ti. Lo grandioso de todo esto es que Dios me dio el privilegio de ver tu alma a través de tus ojos para alertarme que no estás bien y que algo te hace sufrir.
Te pido que no te rindas. No creas bajo ningún concepto que hay algún ser humano capaz de trastocar tu estabilidad emocional y tu gran corazón. ¡Eres fuerte y valiosa! ¡Estás construida con mucho amor!
Eres importante, amada y necesaria. ¡Mereces ser feliz!
Siente y vive lo importante que eres para todos nosotros. Vamos a tomarnos un café y hablemos. Prometo hacer silencio y solo escucharé de tu boca lo que te roba la alegría.
Vamos hacia adelante siempre, creando y construyendo lazos de amor y amistad que nos ayuden a cambiar muchas vidas. ¡Sabes que esa es nuestra especialidad! Vienen grandes cosas para ti y quiero ser testigo de cómo ciertos vacíos serán ocupados con grandes oportunidades.
Hay que ser buen amigo para conocer tu mirada. Detectar cuando hay dolor más allá de una carcajada. Y yo lo pude ver...
Realmente esto un privilegio que le da valor a nuestra amistad. Un don que nos regala Dios y que se nos revela cuando se quiere con el corazón. Un don con el que aprendemos a conocer a esos seres especiales que la vida te regala para ser feliz y sentirte querida. Lo valioso de todo esto es cuando se logra que esa magia sea recíproca. ¡Esto es lo que fortalece y enriquece el poder de la amistad!