¡Feliz Día del Maestro y del Estudiante!
Respeto, admiración y agradecimiento es lo que siento por los buenos maestros, encargados de formar a nuestros hijos que en unos cuantos años serán la clase trabajadora del país.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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Los estudiantes y maestros están de fiesta esta semana. Al menos las escuelas privadas. En el sistema público celebrarán a final del mes. Ayer celebré el Día del Estudiante con mis hijas y en su escuela la pasaron divino, los hicieron sentir que era su día. La pasaron muy bien. Llegaron cansadas, pero contentas.
De hecho, hicieron tarjetas para el Día de las Madres y aunque se supone que sea una sorpresa para mí hasta el domingo, ya me enteré porque eso de la discreción a sus edades todavía no existe.
Hoy les toca a los maestros celebrar. Ellos son una extensión del hogar, una figura con la que los padres pueden formar un equipo para trabajar en pro del bienestar del niño. Papá y mamá deben ver en el maestro a un aliado, pero se necesita disposición de ambas partes y mucho respeto. Ellos son figuras importantes en la vida de nuestros hijos ¡están con ellos cerca de siete horas diarias!
Los maestros pueden marcar la vida de un estudiante, para bien o para mal. Afortunadamente siempre tuve buenos maestros, eran personas especiales y hasta mantengo comunicación con muchos de ellos a través de las redes sociales.
De mi escuela superior, jamás olvidaré a la señora Castro, quien nos enseñó inglés con una paciencia admirable pero cuando decía: "Working is the name of the game", no había break para nada, era algo así como trabajas o trabajas y ganarte un paseo a la oficina en un colegio de monjas no es nada agradable. Quien me enseñó el amor por el español y a no dejar pasar ni un acento fue Awilda Pérez. Ella le impartía una magia especial a la discusión de las novelas que nos asignaba y siempre nos hacía reír. Luciano era la maestra de Química. Ella tuvo mucha paciencia para enseñar una clase que no le gusta a todo el mundo, pero supo plasmar que siempre había algo interesante. Imposible no acordarme de ella cuando estoy lavando ropa, ¡la fuerza centrípeta y centrífuga! La primera que me botó del salón fue Ortega. Ella enseñaba ciencias pero un día se lució como fashionista y llegó de lo más 'cool' con un zapato color azul y otro negro, ambos eran el mismo modelo. Solo dos en el salón nos dimos cuenta, las mismas dos que sacó del salón, luego nos fue a buscar muerta de la risa. De la escuela elemental, Velázquez, Santiago y Flores nos hacían sentir muy especiales. Y los mejores números para los 'talent show' los montaba Santiago. Nos ponía hasta música en el salón a la hora del recreo. He tenido muchos maestros especiales.
Respeto, admiración y agradecimiento es lo que siento por los buenos maestros, encargados de formar a nuestros hijos que en unos cuantos años serán la clase trabajadora del país. La responsabilidad de ustedes es inmensa, porque no solo enseñan las materias básicas, también les inculcan valores y les dan amor y atención. Hoy celebro y felicito a los buenos maestros en su día. A mis hermanas Sara y Soraya que son maestras de profesión y por vocación. Pero especialmente a los maestros de mis hijas, que con amor y dedicación las atienden día a día. Graciela, Graciela del Mar, Francisco, Liana, Rubén, Papo, Maira, Jennifer, Ana, Mairim, Linda, Janet, Ivette y todos los que de una manera u otra aportan a su formación.
¡Que la pasen divino!
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