¡Qué mucha nostalgia traen los recuerdos! Hace unos días mi esposo encontró muchísimas fotos y vídeos de nuestras hijas en un disco duro que tenía guardado. Él estaba muy emocionado y hasta con sentimiento. Cuando comencé a ver las imágenes, sentí que el corazón se me arrugaba. Fue una experiencia linda ver esas imágenes, pero fue inevitable reflexionar en lo rápido que ha pasado el tiempo.

Shammy, Ilé y Gi vieron muchas de las imágenes con nosotros. Eso incluyó pausas para darle contexto a las fotos y vídeos y para aclarar quién era cada cual, porque se parecen bastante.

Esto de abrir el “baúl de los recuerdos” es hermoso y nos ayuda a darle firmeza a la idea de que cada día hay que disfrutarlo al máximo. A pesar de la rutina y de lo intenso que pueda ser el día, hay que valorar lo que es importante, nuestra gente, ya que el tiempo pasa y lo que nos queda son los recuerdos.

Ese ejercicio de ver a mis chicas unos años atrás, volver a escuchar el tono de sus voces, ver los inicios de sus caminatas, verlas en pañales y hasta ver esos juguetes que usaban todo el tiempo y que ya no existen, fue divino. Y no puedo dejar a un lado, que en muchas de las imágenes se evidencia las extremas medidas de seguridad y precaución que Danny y yo teníamos con ellas. ¡Qué mucho nos reímos!

Tan pronto terminé de ver las imágenes, pensé que las fotos que ahora tengo en la memoria de mi celular, en un abrir y cerrar de ojos, serán hermosos recuerdos que también me darán sentimiento, pero que me llenarán de satisfacción por haber estado siempre con ellas, por tenerlas como prioridad, porque esa fue nuestra decisión al traerlas a este mundo.