Las madres y los padres a veces sentimos que no podemos más, que tenemos las manos muy llenas, y es cierto, los hijos nos ocupan mucho tiempo. Sin embargo, a veces tenemos ayudas disponibles y no las aceptamos porque pensamos que ellos son nuestra responsabilidad y que podemos estar ocupando o molestando a otra persona, o nos sentimos súper mamá y súper papá, aunque la capa de superhéroe esté en pedazos, o simplemente nos gusta tener el control de todo y nos cuesta  mucho delegar.

Es cierto que los hijos son responsabilidad de la madre y del padre, que no es responsabilidad de nadie más encargarse de ellos, pero si tienes alguien de confianza, responsable, como una abuela o una tía que se ha ofrecido mil veces y que en el pasado los ha cuidado bien, no viene mal de vez en cuando desconectarse de la rutina y descansar un poco. No se trata de dejarlos con cualquiera para irte de jangueo todos los fines de semana, se trata de poner en agenda un tiempo para ti, y si tienes pareja, tener un tiempo de pareja.

Cuando saques ese espacio y llegues a tu casa con tus hijos, tendrás nuevas energías, mejor actitud, te sentirás bien y tus hijos también lo agradecerán. En el caso de ellos, descansan de nuestras instrucciones, cantaletas y todas esas cosas que no quieren escuchar de los padres, pero que es nuestra responsabilidad decírselas.

He visto matrimonios que se van de viaje o de fin de semana sin los hijos y la pasan de maravilla. Llaman de vez en cuando para saber que todo está bien, pero siguen disfrutando de su tiempo juntos. Esas personas han aprendido a delegar y han descubierto la importancia del tiempo propio o del de pareja.

A veces algunos pensamientos catastróficos invaden la mente de los padres e impiden que saquen un espacio sin los hijos. Algunos de ellos son:

1. Te sientes culpable, mala madre o mal padre desde que la idea pasa por tu mente.

2.         Crees que tu hijo puede morir.

3.         Que se va a caer y se romperá la cabeza, los dientes, las extremidades, todo.

4.         No va a poder dormir sin ti.

5.         Si no le gusta la comida que le dan, pasará hambre.

6.         Si hay más niños en la casa, tal vez le peguen los más grandes.

A estos pensamientos no se les puede dar espacio.

Por eso es importante saber a quién delegarle los niños durante el tiempo que nos vamos a tomar de descanso.

Algunas recomendaciones son:

1.         Prueba dejando tu hijo poco tiempo con esa persona, ya sea la abuela, la tía, la madrina, unas horas sería buen tiempo de prueba.

2.         Pregúntale al niño cómo la pasó, si le gustó, qué no le gustó y así puedes saber si es la persona indicada.

3.         Intercambien ideas de que pueden hacer en el tiempo en el que no estuviste.

4.         Verifica qué juguetes le gustaría llevarse.

5.         Si tu intuición te dice que no es la persona indicada o tu hijo te dijo que no quiere quedarse más, no lo dejes, recuerda que para tomarte ese tiempo de desconexión tienes que estar tranquila, no preocupada porque creas que no va a estar bien, así no vale la pena.

Una vez decides quién es la persona correcta, responsable y respetuosa con quien se quedará, es importante que esa persona sepa, el tiempo exacto que estará con tu hijo, los números de teléfono donde te puede localizar, los números necesarios en caso de emergencia, tarjeta del plan médico, ropa suficiente, juguetes, algunas meriendas para que el niño o la niña sepa que tú se las dejaste, y que coordines en detalle con el cuidador seleccionado.

Dejarlos en casa de la abuela, por ejemplo, como un motete: con un bulto, juguetes y salir corriendo, no es correcto, aunque muchas veces eso es lo que quieres hacer. No te sientas mal, estar saturado te lleva a ser así.  Mientras más espacios de desconexión tengas, mejor te sentirás.

Los hijos nos mantienen siempre ocupados, pero cuando nos convertimos en madre o padre, no dejamos de ser personas, por lo que es válido sentirse cansado y necesario renovar fuerzas. Si tienes la oportunidad de desconectarte un rato, hazlo, delega, tú y tus hijos se sentirán mejor.