Hoy fue un día especial, tuve la oportunidad de ir con mis hijas a Relevo por la vida estudiantil, en el Parque Rebekah Colberg. Nunca había participado de este evento tan lindo. Ver tantos jóvenes comprometidos, entusiasmados, invirtiendo su tiempo en cosas buenas, me llenó de alegría y de esperanza.

El día estaba hermoso para hacer distintas actividades, pero esos jóvenes, sus familiares y maestros, prefirieron hacer algo especial, dedicado a los pacientes de cáncer.

Junto a los estudiantes, padres abuelos y maestros. Que alegría me dio ver tanta gente comprometida y educando a sus hijos de una manera diferente.

Con honestidad, cuando recibí la primera invitación para el evento a través del correo electrónico de la escuela, pensé que tal vez no podría ir porque los sábados hago muchísimas cosas para que la semana me corra relativamente suave. Sin embargo, un día llegó Shammy, mi hija mayor, con un lazo de payaso, una diadema con una flor inmensa y unos tirantes que le había hecho maestra Janet, porque el motivo de la escuela era de circo. El entusiasmo contagioso de la maestra la hizo repetirme una y otra vez que el sábado 12 de marzo era Relevo por la vida en el parque. Y allí estuvimos.

Bajo la carpa de la escuela estaban los maestros, con su acostumbrada sonrisa, pintando caritas, poniéndole atuendos alusivos al mundo circense y como siempre, con el rumbón encendío.

De verdad que los maestros son personas muy especiales en la vida de los hijos, y tienen el poder de impactar y marcar su vida para siempre.

Participar en esa actividad me reafirmó lo bendecida que soy al tener tres niñas que gozan de salud. Que bueno que dejé a un lado lo que tenía que hacer, porque pasé una tarde de maravilla, recargué baterías al estar rodeada de tantos jóvenes demostrando que en este país hay una generación que va subiendo con empatía, con deseos de ayudar, jóvenes hermosos.

Gracias Graciela, Graciela del Mar, Wiso, Wanda, Janet, Mayra, Ivette, Ana, Yamaira, Jenniffer, Michelle, Liana, Josian y todos los estudiantes y padres del Montessori por su eterno entusiasmo. Gracias por educar a nuestros hijos sintiendo amor e involucrándolos en causas importantes y apoyando a todo aquel que lo necesite.

A los jóvenes de las demás escuelas que estuvieron allí, me alegra saber que están en buen camino, que su corazón es noble e inmenso. Sigan hacia delante.

A los pacientes de cáncer, con mucho respeto les digo que aunque el camino sea intenso, tengan fe, ánimo, y esperanza que somos muchos los que los apoyamos. En lo personal, están en mis oraciones y estoy segura que en las de muchas personas. Y como dice el lema de Relevo: ¡Pinta tu mundo de esperanza!