Superando fobias por los hijos
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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Las madres estamos dispuestas a todo por nuestros hijos. Hacerlos felices y ayudarlos a enfrentar sus dificultades es parte de nuestras obligaciones. Por otro lado, tratamos de no pasarle nuestros temores a los chiquitines. En mi caso, no quiero que mis hijas vivan huyendo de los lagartijos como yo, que no puedo bregar con ellos, me dan asco y me causan una extraña sensación. Pero mis miedos no se limitan a los lagartijos, peor aún, incluyen las cucarachas, los sapos y los pájaros con picos grandes.
Hace unas semanas durante un paseo en familia por el Viejo San Juan encontramos en una esquina un “kiosquito” que tenía poco menos de 10 aves exóticas para tomarse fotos con ellas. La parada fue inevitable, mis hijas gritaban: “Blue, Blue” en total referencia a la película Río (que hemos visto tres veces). Nos detuvimos para que vieran las aves y de inmediato el chico del puesto nos invitó a posar con ellas, excelente comerciante.
Posamos los cuatro, mi esposo las chicas y yo, en lo que cuadraban el ángulo para tomar la foto una de las aves comenzó a caminar por encima de la cabeza de la más chiquita y se asustó. Terminamos tirándonos la foto todos con aves en la cabeza y en las manos, menos ella.
Al chico del puesto se le ocurrió llenarme de aves para que le demostrara a las nenas que ellas no hacían nada. Yo no pude no opinar, él le dijo a mis hijas: “miren a mamá, los pajaritos no hacen nada”. Me colocó encima tres guacamayos, uno en cada brazo y otro en el hombro derecho. Y en las manos tres aves más pequeñas. Ahí estaba yo, haciéndome la brava ante las nenas. La cara de admiración de ellas era única. Hasta que el guacamayo que tenía en la mano izquierda comenzó a meter su pico por dentro de mi camisa. Hasta ahí llegamos. Pensé en sacudir los brazos, pero las nenas estaban mirándome como tanta alegría que no podía desanimarlas, además dejar caer un pájaro de esos tan caros, como los de la foto, que son de Carlos Exotic Birds -que han salido hasta en películas-, no era. Le dije al muchacho que me sacara el pájaro fresco de encima pero me dijo que no tuviera miedo que era que le había gustado mi perfume y que no lo mirara directamente para que él no se moviera. No sé si fue uno o dos minutos los que estuve con todas esas aves encima, lo que sí puedo precisar es que me pareció una eternidad.
Por mis chicas me atrevo a hacer eso y más. Y por ustedes también, es la primera vez que compro una foto mía en la que salgo destruida para evidenciar que las madres hacemos lo que sea por nuestros retoños.
Cuéntame qué fobia o miedo has superado, o al menos has tratado, para que tus hijos no sientan lo mismo.
Recuerda que me puedes seguir en Twitter @SoraidaAsad.
PD. Tienen permiso de reírse y de pelarme... :)