Este fin de semana tuve la oportunidad de escaparme al bello pueblo de Cabo Rojo. Al llegar me percaté que han pasado muchos años de no ir. Me encantó reconocer su particularidad de ser un pueblo mayormente seco, con bastante ganado, caballos y el famoso pájaro que se come a los animales muertos. El tema de los meses en cuarentena ayudó a que apreciara más la belleza que hay en nuestro país, además de la rica diversidad entre pueblo y pueblo.

Luego de tres horas de camino, llegamos a un lugar donde el uso de electricidad, celulares y música, entre otros, está regulado. Se pintaba un fin de semana relajado, tal como lo necesitábamos. Y así fue, despertar a ver el amanecer, hacer yoga, apreciar el mar y gozar del cielo estrellado de luna llena nos guiaba a nuestro interior, donde están todas nuestras respuestas y la brújula que marca el camino para seguir, de allí nacieron muchas ideas.

¡Qué silencio! Efectivamente, la calma y la tranquilidad llegó por el silencio. ¿Nos hemos dado cuenta del ruido que nos permitimos? El ruido; La música que elegimos escuchar, las conversaciones y sus intenciones, el motor de un carro, la máquina de arreglar la grama, sirenas, gritos, imágenes… Todo ese ruido queramos o no, lo sepamos o no, tiene un efecto en nosotros. Mucho más de lo que imaginamos, el ruido nos puede condicionar, al igual que formar creencias que no necesariamente nos llevan a nuestra libertad y a vivir desde nuestra mejor versión.

Ahora, ¿nos hemos detenido a escuchar el ruido que hay en la mente? La mente es una herramienta maravillosa. Se encarga, entre otras muchas funciones, de los procesos de comprensión, aprendizaje, creatividad, imaginación, razonamiento, comportamiento, percepción y actitud. Los pensamientos son producto de la mente y se influye por la percepción que tenemos de las cosas, las situaciones y las personas en un momento determinado. La educación también juega un importante papel en los hábitos y, por eso, en la manera de afrontar cada experiencia. Es decir, nuestra mente está influenciada desde que somos niños, por todo lo que escuchamos, aprendemos y observamos. Si no estamos pendientes, la mente toma el control de nuestra vida y relaciones en vez de nosotros tomar el control de administrar cada pensamiento que surge. ¿Intereso escuchar constantemente música que invite al sexo sin amor? ¿Intereso ver películas o novelas que me producen ansiedad o ánimo de venganza? ¿Intereso escuchar las quejas constantes? ¿Intereso creerme lo que alguien me dice sin investigar y crear mi criterio propio? Son preguntas que con sinceridad nos debemos de hacer con el fin de conocernos, hacer ajustes, encontrar mejores resultados cuando se apaga el ruido.

Si algo aprendí este fin de semana fue a comprender mi ruido, abrazar el ruido de las otras mentes, gozar del silencio y buscarlo más a menudo.

Sugerencias:

1. Evita pensamientos repetitivos.

2. Escucha tu estado de ánimo interno.

3. Atiende cuando surge un pensamiento.

4. Utiliza la respiración para vaciar la mente.

5. Escucha a otros y a ti mismo con mucha atención.

6. Intenta ver las cosas desde más de una perspectiva.

7. Busca ayuda si necesitas.

8. Da #lomejordetipr