Hoy catorce de febrero, algunas personas celebran el día del amor mientras para otras es un día común y corriente, hay quienes piensan que es toda una trampa consumista. Sin embargo, vivir el amor, intercambiar expresiones sobre el tema, nunca está demás ni debe ser exclusivo para este día. Parece un asunto fácil de definir, ahora, y cito: “Es lo mismo que intentar definir el aire. ¿Y cómo se define el aire? así dijo Padre Francisco en el documental “Stories of a Generation.”

Con el pasar de los años y el recoger de las lecciones de mis experiencias, cada vez más siento que el amor donde comienza, sin excepción, es en uno mismo. Y que tiene mucho que ver con la expresión divina que en cada uno habita, y que está accesible si nos permitimos encontrarla. Mientras estemos buscando fuera de nosotros lo que nosotros aún no hemos sido capaces de darnos, estaremos creando más desilusión. Pues cuando se obra desde la carencia, eso atraemos y los resultados no se parecen a nuestros mayores sueños. ¿Carencia de qué? ¿Cómo se ama uno mismo?

Por ejemplo, carencia de certeza, de respeto a uno, de confianza, valores en acción, y de autovaloración sana.

Quererse a uno mismo empieza con la conversación que tenemos en nuestra mente, sobre nosotros y sobre todo lo que pensamos. Si eres capaz de abrazarte a ti con amables palabras, será más fácil expresar el cariño, apoyo y adjetivos bondadosos a otros. Si cuidas lo que piensas y te proteges escogiendo qué escuchas, qué lees, qué comes, con quién duermes, a quién permites compartir tu tiempo, entonces te estás amando. Amarte es hacer lo que te gusta, lo que te trae sentimientos genuinamente agradables, sostenibles, no lo que te agobia, te drena, te ofrece agrado momentáneo o superficial o te hace sentir desgastado, sin motivación ni ánimo.

Así que cuidado. Porque cuando pensamos estar en una relación de amigos, de pareja o de familia, que nos duele, donde la duda es frecuente, la crítica vacía a menudo aparece, el juicio es más continuo que la aceptación, la violencia se asoma y el sentimiento

ganador es la frustración o el desasosiego, ya no estamos viviendo el amor, sino el monstruoso disfraz que lo esconde, el apego.

Lo que no es amor, es apego, y el apego surge del miedo.

Miedo a la soledad, miedo al qué dirán, miedo a perder, miedo a que todo cambie, miedo a perder el control. Y el miedo y el amor no pueden coexistir. El amor es libertad, trae paz, trae armonía, trae risas, genuino cariño, respeto y lealtad genuina.

Contigo hay una persona que necesita todo eso de ti, tu mismo.

Este día de San Valentín, ámate. Haz algo que te encante hacer, baila, ora, ve a la playa, come en tu lugar preferido, medita, canta, pinta, lee, lo que te guste. Háblate bonito, piensa amorosamente sobre ti, crea esa fuerza poderosa de amor que llevas dentro, y verás todo caer en su lugar.

Sugerencias:

1. Piensa atributos sobre ti mismo que te hagan sentir satisfecho contigo.

2. Llama a alguien para expresarle tu cariño o gratitud.

3. Cuida tu espacio interno, escogiendo bien lo que ves, lo que escuchas, lo que decides creer y lo que haces. Debería ser lo que te hace sentir bien y en paz.

4. Valídate por lo que eres, sin competencias ni comparaciones.

5. Toma acciones diarias que fortalezcan tu autoestima.

6. Cuida tu cuerpo.

7. Cuida tu mente.

8. Busca ayuda si es necesario.