Como animales de costumbre, nos sentimos más cómodos repitiendo hábitos, nos hagan bien o no. Los mismos que sin cambios, nos impiden salir de zonas cómodas, y evolucionar. Cuando escuchamos las palabras, transformación o cambio, si se trata de nosotros mismos, surge una resistencia que percibimos como negativa y actúa como mecanismo de defensa. Cuando esto pasa, nos hemos olvidado de que nuestra naturaleza es evolutiva, así como nuestras transformaciones. Y sin cambio, no hay libertad.

Reflexionemos, el cambio es lo único seguro que existe en la vida, además del amor. Nadie es el mismo que era el día de ayer, las experiencias diarias nos moldean, nos demos cuenta o no. De igual modo tampoco seremos los mismos el día de mañana.

Saca tiempo y anota todas las experiencias que has superado, todas las creencias que has revisado, los cambios que hayas hecho, ya sea en la alimentación, estilos de vida, hábitos, relaciones y metas. Observa con aceptación lo mucho que has evolucionado.

La libertad es un don y un regalo para que nos realicemos como persona y conciencia y crezcamos. Decidir cambiar aquellas costumbres que nos empobrecen como la queja, la crítica, el juicio y pensamientos atacantes, es el paso principal para vivir esa libertad con la que hemos sido bendecidos.

¿Cuánto estamos haciendo o dedicando para lograr esos cambios cuando reconocemos que hay que hacerlos? Es importante acomodar tiempo de reflexión en la agenda, buscar la ayuda adecuada de ser necesario y hacer prácticas diarias de esos nuevos y beneficiosos hábitos hasta que se sientan naturales, como parte de la rutina de bienestar.

Cuando vivimos agradecidos, y con el enfoque puesto en lo positivo de los eventos, ocurre que hay más para compartir y recibir en sintonía del bien que todos queremos experimentar la mayor parte del tiempo, provocando atraer más de esas situaciones o experiencias que nos llenan y nos aportan.

Con ganas y mucha determinación, como aprendices felices, atendamos la vida como lo hacen los niños, con la inocencia y apertura a aprender, vivir los logros desde cada paso que hacemos para evolucionar. El trabajo es constante, día a día. Abracemos los cambios y atendamos los hábitos para que seamos verdaderamente libres.

Sugerencias:

1. Saca tiempo para reflexionar sobre ti mismo, qué reconoces que debes de transformar y por qué. Reconoce que no hay nada malo o defectuoso en ti, cambiar lo que no funciona, requiere valentía y madurez.

2. Lánzate a reconocer tus talentos, tu libertad de ser y de escoger. Comienza con transformar los pensamientos que no te hacen sentir bien, que te causan ansiedad, tristeza o coraje.

3. Haz prácticas que te ayuden y te apoyen. Talleres de crecimiento personal, lecturas enriquecedoras, música que no altere tu estado de ánimo, orar, escribir afirmaciones positivas, buscar ayuda o refuerzo con amigos y grupos que estén en la misma sintonía.

4. Aprecia el presente, cada instante como una oportunidad para ser tu mejor versión.

5. Cuídate de no tomar nada personal.

6. Evoluciona inyectando alegría y aprecio en el proceso.