A todos nos ha cambiado la vida, ninguno de nosotros imaginó que usaríamos una mascarilla tapabocas para protegernos la salud. Tampoco era concebible dejar de visitar las playas que nos rodean por estar prohibido, ni dejar de saludarnos con un abrazo, que ahora, tanta falta hace. Estamos juntos pasando por la experiencia, que invita a ayudarnos con prácticas positivas como la empatía y como mantenernos positivos.

Ahora, ser la mayor parte del tiempo alguien positivo o tener buena actitud no libera a nadie de vivir los asuntos que presenta la vida y que nos causan diferentes emociones. Antes de la pandemia, la vida de cualquier persona siempre ha sido una combinación de lo agradable y placentero con lo desagradable y doloroso.

Y esto no es ni bueno ni malo, simplemente es. Las pérdidas, desilusiones, dolores emocionales son parte del paquete.

Cuando aprendemos a navegarlas logramos que se convierta o se transforme a una experiencia edificadora. Para eso debemos navegar los asuntos desde una perspectiva de resiliencia y balance. Para que no nos hundamos en nuestras emociones o la situación y continuemos hacia adelante un paso a la vez.

De los ejercicios más efectivos y que al practicarlo diariamente nos permite aprender a navegar los asuntos es meditar.

Es una técnica para la que no hay que invertir ni un centavo ni requiere de complicadas reglas. Las dudas nos hacen pensar que necesitamos callar la mente, dejarla en blanco, y no es así. El trabajo de la mente es pensar, el de nosotros observar lo que se piensa. Esas son las olas que están ahí para navegarlas y no hundirnos. ¡Inténtalo!

¿Por qué meditar?

1. Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.

2. Disminuye la tensión arterial y física.

3. Brinda mayor claridad de pensamiento para responder adecuadamente a los conflictos. En el caso de la depresión funciona para prevenir crisis.

4. Estimula el cambio de las situaciones negativas a positivas.