Más de un año pasó para que nos acercáramos a vivir en la realidad que creíamos normal, vacunados o con evidencia negativa al virus, poco a poco retomamos actividades que por un tiempo y prohibidas, han sido extrañadas. No sabía lo mucho que me hacía falta los retiros hasta que llegué allí este fin de semana. El reto se presentó nuevo. Las preocupaciones son diferentes, la predisposición al miedo más presente, y los tiempos nos han empujado a todos a de algún modo ir a nuestro interior.

El viernes en la noche nos juntamos. Compartieron su nombre y su expectativa para los tres días a los que con fe se habían lanzado. Todos con intención de crecer y aprender se miraban unos a otros como se miran los desconocidos a los que les toca interactuar. Entonces comenzó una agenda especialmente preparada para evolucionar. Entre dinámicas, clases, meditaciones, charlas y conversas fuimos paso a paso acercándonos a nuestro Ser. Aprendimos sobre la diferencia entre la felicidad real y la prometida. Absorbimos temas de autoestima, débil o saludable, no alta ni baja, y comprendimos sus matices. Reconocimos que sin acción nada pasa, que podemos tener todo el conocimiento y las teorías sin embargo, sin aplicarlas al día a día, nada se logra. Observamos al ego, aceptamos la procrastinación y creamos una maleta llena de prácticas y funcionales herramientas para continuar creando lo mejor de nosotros además de una vida plena. Repetidas veces les dije: “No me lo crean a mi, vívanlo y luego me cuentan.”

Así pasaron los días en los que rápidamente quienes con timidez se hablaron el primer día ya se trataban como familia. No faltaron las risas y la energía de paz permeaba en cada actividad. Se respiraba amor, sostenido por las montañas del alrededor que nos arropaban en el campo de Juncos que nos recibió con entrega, a los que nos quedamos los tres días y a los que nos visitaron el sábado sumando veinticinco almas.

Sutilmente se iban dando los cambios, abríamos los ojos a nuestras verdades, mientras rápidamente crecíamos a una mejor versión de nosotros.

El último día fue inevitable dejar salir el agua de nuestras miradas, habíamos hecho comunión, con nosotros y con todos los demás. Salimos caminando de la mano en símbolo a la nueva vida que nos esperaba fuera de aquel espacio que fue testigo de nuestra evolución y sincero esfuerzo.

“Lo más que me llegó fue cuando dijiste que no te lo creamos a ti, que lo practiquemos y después te contemos.” Así compartió una de los participantes momentos antes de las despedidas. Esta semana la comienzo en agradecimiento y con el corazón lleno, lo que el grupo no sabe es que la más que aprendió fui yo.

Sugerencias:

  • Enfoca en lo positivo de cada evento o situación.
  • Acepta el presente.
  • Vive en actitud de gratitud.
  • Sé aprendiz feliz.
  • Evita las culpas.
  • Saca tiempo para reflexionar sobre tu relación contigo mismo.
  • Visita retiros o grupos de apoyo.
  • Sé empático contigo mismo y todos los demás.
  • Busca ayuda de ser necesario.
  • Da #lomejordetipr