¡Sálgase de la sala!
“Históricamente, hemos encontrado y adoptado numerosas razones para empujarnos, gritarnos, criticarnos, expulsarnos, no entendernos, separarnos y tristemente dejar de comprendernos”.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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“¡Sálgase de la sala!”, gritó una mujer con tono decidido e imperativo en medio de los anuncios previo a la película, mientras yo extendía la butaca vip donde jamás me había sentado. Habían pasado dos años y un poco más para decidirme a ir al cine. El encierro, la pandemia, los contagios y el trabajo, me hicieron olvidar la opción de ver una película en pantalla grande y comer popcorn como entretenimiento, menos en una silla donde podía casi acostarme. Esa noche prometía ser toda una experiencia.
Por el día me vi entusiasmada, iba con mi prima a ver un filme que prometía ser muy bueno. Al llegar me sentí como una extranjera, la fila se hacía diferente y en la entrada de las escaleras alguien solicitaba el vacu id. Por un segundo me aturdí, iba directo a subir las escaleras, y entre respiros profundos, me tocó aceptar y rápidamente comprender que ya todo cambió. Que la libertad de la que antes gozábamos ya no existe. Ahora son más los asuntos, como si lo necesitáramos, que nos separan unos de otros y que atentan de sentirnos seguros.
La sala estaba limpia, había bastante gente, se nos hizo fácil pedir un aperitivo y refrigerios. Mi prima me vacilaba, dejándole saber a otros que hace mucho yo no salía, y con ella me reía porque es totalmente cierto.
Entonces justo antes de comenzar el largometraje, alguien que presumo por el ruido que estaba sentado en las primeras filas, tosió.
Sí, tosió, acción que desde hace dos años representa algo muy diferente y amenazante. Se escucharon expresiones disimuladas, y varios se miraron buscando respuesta a qué hacer. Hasta que alguien se quedó con la sala cuando gritó: “¡Sálgase de la sala!” “El que está tosiendo, sálgase de la sala.”
Hubo silencio, confieso que la relajación que me ofreció la butaca y la oscuridad fueron sacudidas. En mis años de vida, jamás pensé que nos encontraríamos en esta situación.
Históricamente, hemos encontrado y adoptado numerosas razones para empujarnos, gritarnos, criticarnos, expulsarnos, no entendernos, separarnos y tristemente dejar de comprendernos. No nos bastó con dividir los espacios para blancos y negros, no nos ha bastado dividirnos por clases sociales, por educación, por equipos, por partidos políticos, por preferencias sexuales. No bastó dejar de extenderle la mano o un abrazo a quien estuviera contagiado por SIDA antes de que se supiera que el peligro solo se daba con un acto sexual. Ahora también, nos separamos por toser. Y por los nuevos equipos, vacunados y no vacunados.
Fue refrescante escuchar a alguien sugerir, en un tono más bajo, que tal vez se había ahogado. Pues, ¿quién no se ha ahogado con una palomita de maíz?
La noche mejoró, todos nos calmamos, como cuando antes en las salas de cine reinaba el silencio. No pudo faltar el distintivo humor del boricua, que al comenzar la película cerró con broche de oro el tema de la tosedera. En las primeras escenas el personaje visiblemente enfermo, tosió mientras hablaba. Inmediatamente alguien muy despierto expresó: “Que el actor se salga de la sala.”
No sé cuando regrese al cine, pero sí quiero regresar a vivir con tolerancia entre unos y otros. Intento persistir en el esfuerzo de buscar estar más unidos y menos divididos, a pesar de nuestras aparentes diferencias.
Es posible que nos necesitemos más unos a otros en medio de esta inesperada situación que nos ha tocado encarar juntos. A bajarle dos, me incluyo, que estamos todos en diferentes botes pero en el mismo mar.
Táyna Rivera Llavona es fundadora de Lo mejor de ti, lleva una década sirviendo a otros en su evolución personal y profesional; hacer transformaciones en sus vidas a través de la práctica seria del life coaching. Es Life Coach (CPC) (CRC) (CBEC), maestra en psicología positiva y maestra de yoga denominada Yoga Siromani en el 2004 en Sivananada Centre, Quebec. Ha llevado con éxito sus talleres y servicios corporativos a Costa Rica, Panamá, Estados Unidos y Puerto Rico. Es autora de las novelas de ficción "14 días de Marisol", "SIETE: Una historia para tu alma" y su más reciente publicación de autoayuda, "Hacia la Victoria". Ofrece talleres a empresas, grupos y servicios individuales en su oficina en Guaynabo y telefónicamente para clientes fuera de Puerto Rico.
Lo mejor de ti con Táyna
Columna de autoconocimiento y evolución personal.